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“Il Turco in Italia” en el Colón

 

 

ACEPTABLE REEDICIÓN DE UNA ÓPERA DE ROSSINI

 

Teatro Colón

Martes 5 de septiembre de 2023 

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

Fotos:

 

 

“El Turco en Italia”, drama bufo en dos actos, con texto de Felice Romani, y música de Gioacchino Rossini. Con Erwin Schott, Irina Lungu, Fabio Capitanucci, Santiago Ballerini, Germán Alcántara, Francesca di Sauro y Santiago Martínez. Iluminación de Caetano Videla, video de Matías Otálora, escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez, vestuario de Renata Schussheim y “régie” de Pablo Maritano. Coro (Miguel Martínez) y Orquesta Estables del Teatro Colón (Jordi Bernácer).

 

 

De las cuatro grandes óperas bufas de Rossini, “El Barbero de Sevilla”, “La Cenerentola”, “La Italiana en Argel” y “El Turco en Italia”, esta última es sin duda la menor. Fue estrenada en la Scala en 1814; el público la rechazó entendiendo que se trata sólo de una pálida “remake” de la anterior, y luego de diversos avatares desapareció de los repertorios, hasta que María Callas, con Gavazzeni la sacaron de su ostracismo, primero en Roma y después en Milán, en 1955. En el Colón se dio por primera vez recién en 1979, se la repuso en 2000, y ahora se la volvió a presentar el martes, en sexta función de gran abono de la temporada lírica oficial.

 

Puesta particular

La velada se caracterizó por su dicotomía, ya que en materia musical resultó interesante, pero en lo que hace a su cuadro visual Pablo Maritano plasmó un marco  que tuvo sus más y sus menos. En una obra que se presta a cualquier despliegue de fantasía, ubicó por el contrario la acción con criterio realista (la escenografía fue de Gonzalo Córdoba Estévez), por añadidura en la primera mitad del Siglo XX. Con atuendo  turco no apareció nadie, el mar napolitano tampoco, y además de ello, el movimiento casi continuo del disco giratorio, con secuencias incluso en un plano elevado y otro a nivel, muchas de ellas inexplicables (los cocineros), terminó por ser francamente abrumador (y si se quiere desconcertante). Sin embargo, paralelamente con ello, el “regisseur” porteño cumplió un excelente trabajo en lo que hace a los aspectos actorales de la representación (que convirtió de melodrama bufo en comedia), esto con precisos movimientos individuales y grupales, estudiadas interacciones y ademanes, inteligentes desenlaces.

 

En su debut en el foso de la calle Libertad estuvo Jordi Bernàcer, maestro valenciano  (46) que si bien tuvo por momentos desencuentros con el tinglado, cubrió las voces de los intérpretes y se manejó con fortes demasiado ruidosos, expuso de todos modos un discurso elegante, pulcro, fluido, de correcto estilo. Cabe asignarle además en este aspecto algo más a favor, ya que la totalidad de los cantantes lucieron la misma onda estética. Desde otro costado, el reemplazo del clave por un piano para los recitativos fue realmente lamentable, y la apertura de muchos de los cortes tradicionales hizo que la ejecución acabara por ser extensísima, prolongándose por cerca de tres horas y veinte (recordemos que “El Turco en Italia” tiene sólo dos actos).

 

Preparado por Miguel Martínez, el coro estable volvió a demostrar por su lado ductilidad teatral, magnífica aplicación canora, bellas voces de conjunto, impecable precisión.  

 

Los solistas

En lo que hace al cuadro vocal, cabe apuntar que el bajo-barítono Erwin Schrott (Selim), quien se perfeccionó en nuestro país (con Renato Sassola) y viene realizando una importante carrera internacional, lució registro potente, entero, muy bien timbrado, al tiempo que la soprano moldavo-rusa Irina Lungu (Fiorilla), sin perjuicio de su limitado volumen, mostró metal y lenguaje cristalinos, de hermosa pureza y desplegó con fina maleabilidad y limpieza todas las agradables fiorituras que Rossini escribió para su parte.

 

A Fabio Capitanucci (Geronio) se lo notó disminuido por lo desleído de su voz y sus dificultades para la emisión de muchas notas (una sí y otra tragada para adentro). Nuestro compatriota Santiago Ballerini (Narciso) exhibió un canto terso, de estimable línea, y si bien en ocasiones forzó un tanto el sonido, se movió con llamativa comodidad en el sector alto, en el que alcanzó dos espectaculares “re” sobreagudos.  El barítono misionero Germán Alcántara (Prosdocimo), residente en Europa, exteriorizó a su vez sonido parejo, expresivo, redondo, y la mezzo italiana Francesca di Sauro (Zaida) sorprendió por la belleza y homogeneidad de sus notas. Santiago Martínez (Albazar), por último, reveló atildada línea en “Ah, sarebbe troppo dolce”. Pero esta aria no es de Rossini, al igual que otras partes de “Il Turco in Italia”, deformadas por el tiempo y los copistas. La edición crítica utilizada fue la de Margaret Brent, y apunta a ser la más fiel.

 

Calificación: bueno                 

                      

Carlos Ernesto Ure

 

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