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Grandes Intérpretes


András Schiff: Una casi proximidad con lo absoluto

 

Teatro Colón

Lunes o4 de septiembre de 2023

 

Escribe: Alejandro A. Domínguez Benavides

 


András Schiff, Piano

Obras de Johann Sebastian Bach, Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven.

 

Calificación: Excelente

 

Cuando recibimos la gacetilla del Teatro Colón solamente se anunciaba la presencia de Sir András Schiff y los autores de las obras que iba a interpretar sin ningún detalle como lo hacen habitualmente. Una vez en el teatro tomamos el programa de mano y leímos una bella página literaria de Gustavo Fernández Walker, pero donde tampoco se hablaba de las obras que se escucharían, resueltos fuimos al comienzo del programa y solamente estaba escrito el nombre del pianista junto con Bach, la primera escuela vienesa (Haydn, Mozart, Beethoven) y un anuncio lacónico: Las obras serán anunciadas y comentadas por el intérprete. No recuerdo una experiencia semejante, claro estos autores junto a Franz Schubert siempre han estado en el centro de su universo musical y vuelve regularmente a ellos en sus recitales.

 

Bach, la primera escuela vienesa (Haydn, Mozart, Beethoven)

Sir András Schiff no es sólo un pianista talentoso: es un pensador al teclado, un artista que penetra en las obras hasta el último detalle y le gusta interpretar la música de un compositor como un ciclo. Por eso no debe sorprendernos que el programa musical que fue desarrollando a lo largo de casi tres horas no fue una improvisación, tuvo similitudes al que ofreció en el Gran Auditorio de la Filarmónica de Luxemburgo, el 18 de junio de este año.

 

El concierto comenzó con el Aria de las Variaciones Golberg de Bach, coincidimos con Max Reger que el gran compositor barroco es el principio y el fin de toda la música. El programa, continuó con el juvenil Capriccio “sopra la lontananza del suo fratello dilettisimo, BWV 992 y el Ricercar a tre de la Ofrenda Musical, BWV 1079.

 

Bach se puede interpretar de diferentes maneras, innumerables como estrellas en una constelación. Schiff de alguna manera acierta en su enfoque: fresco, sólido, transparente y con un uso moderado del pedal sustain. El título de sus memorias, publicadas hace unos años, es una clave de su pensamiento: La música surge del silencio: una simple observación, que difícilmente podría ser más oportuna y profunda. Como siempre ocurre con un pianista tan reflexivo e inquisitivo, no todas las ideas interpretativas pueden ser totalmente convincentes pero la ejecución de la Fantasía n° 4 en do menor K. 475 de Mozart y la Sonata en Do menor de Haydn fueron interpretaciones inmaculadas, con una musicalidad consumada, utilizó una paleta de colores maravillosamente traslúcidos.

 

Dos momentos de Beethoven

En la segunda parte del programa ofreció una mirada rica en matices del último Beethoven, ofreció sus Bagatelas, Opus 126, no en el histórico fortepiano como lo ha hecho para registros discográficos, pero hizo lo posible para que el sonido fuese lo más semejante. Este es un Beethoven que alcanza alturas espirituales, transmite un drama emocional desgarrador, imagina una música del futuro con nuevos sonidos y complejidades. Y Schiff, logró transmitir ese pathos con intensidad, hizo lo propio con la sonata para piano n.º 21 en do mayor, Op. 53 conocida como Waldstein y en Francia como L’Aurore, considerada como una de las tres sonatas para piano más notables de su periodo medio. Las otras dos son la Appassionata y Les Adieux. Beethoven en su llamado período medio estuvo atrapado entre la formalidad clásica y el romanticismo discursivo de su últimas obras para piano la carga en la interpretación de Schiff provino de su explotación de esa tensión, estructurando los cambios de tonalidad y midiendo los cambios abruptos de volumen y textura para realizar el potencial dramático de la música.

 

Para concluir después de casi tres horas de intensidad musical, interpretó dos bises, Melodía húngara de Franz Schubert y el primer movimiento de la Sonata n° 16 en Do Mayor de Wolfgang Amadeus Mozart.

 

Un concierto memorable por mucho de lo que escribimos, pero su presentación de las obras fue deficiente. Hubiésemos preferido conocerlas de antemano. Estimamos que ese factor sorpresa afectó al público en general y logró el milagro de un comportamiento impecable. Sir András Schiff es un brillante pianista, pero su voz suave, casi débil, monótona, apenas se hizo perceptible y para colmo habló en italiano, nos llamó la atención que un artista con su educación y fineza espiritual no haya reparado en ese detalle. A lo sumo debió leer un texto en castellano, creemos no equivocarnos, es la lengua que aún hablamos los argentinos. Sin sus interrupciones, que a nuestro juicio nos resultaron molestas, hubiese logrado un encuentro total con lo Absoluto.

 


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