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Gounod: Fausto

 

Teatro Colón.

Jueves 16 de Mayo de 2023

 

Escribe: Roberto Falcone

 


Hagamos un poco de historia. Fausto, de Charles Gounod fue estrenada en Paris, el 19 de marzo de 1859. Siete años más tarde, el 24 de agosto de 1866, la Compañía lírica de Antonio Pestalardo, la presenta por primera vez en Buenos Aires, en el antiguo Teatro Colon, con el siguiente elenco: Luis Lelmi (Fausto)/ Edoardo Bonetti (Mefistofele) / Carolina Briol (Margarita) / Antonio Maria Celestino (Valentin) / Rosina Mariotti (Siebel) / Teresa Sereno (Marta) / Giuseppe Monteverde (Wagner), dirigida por el Maestro Federico Nicolao. En este mismo teatro, sube a escena en 22 oportunidades desde 1866 y 1888. A lo largo de estos años, algunos de los cantantes más relevantes de la época intervienen e sus representaciones, entre otros podemos citar a Julian Gayarre (1878) – Roberto Stagno (1886) – Angelo Masini y Gemma Bellincioni (1887) – Mattia Batistini como Valentin en 1882.

 

En el actual Teatro Colon, la obra se estrena el 25 de mayo de 1914 y fue representada en 16 temporadas hasta 1998. En oportunidad de su estreno, la Gran Compañía Lírica Italiana de Leopoldo Longinotti la presenta con un gran elenco para la época, encabezado por el director de orquesta Tulio Serafin y el siguiente elenco de cantantes: Bonci, Alessandro (tenor) Faust; De Angelis, Nazareno (bajo) Méphistopheles, Galeffi, Carlo (barítono) Valentin, Cannetti, Linda (soprano) Marguerite; Perini, Flora (mezzo) Siébel; Manfrini, Luis (bajo) Wagner y Zinetti, Giuseppina (mezzo) Marthe. La importancia y calidad de algunos elencos de aquellas viejas épocas, hicieron del Teatro Colon uno de los teatros más importantes del mundo.

 

En el Teatro Coliseo, Fausto se representó en 16 oportunidades entre 1909 y 1927 y su popularidad alcanzó también al Teatro de la Opera, Politeama y otros teatros menores porteños de comienzos del siglo XX quienes contantemente la incluían en su repertorio.

 

Llegamos así a la reposición que ofrece en estos días el Teatro Colon en las que el Fausto de Charles Gounod se convirtió en la música incidental de la que se valió Stefano Poda, el regisseur del espectáculo, para presentar una cosa similar al Nabucco, pero con otra víctima; Fausto. Algo así como esos avisos televisivos donde se escucha como música de fondo “Nessun dorma”, “la habanera de Carmen” o el “Dúo de las flores de Lakme” y donde lo importante no es el fondo musical sino el producto que se quiere vender. En este caso, lo que se quiere vender es, él mismo; Stefano Poda.

 

El Sr. Poda, en sus explicaciones de dos hojas, en el programa de mano, termina diciendo: “El espectador más sabio debe sentarse ante el telón cerrado y deshacerse de todos sus conocimientos y lecturas, incluidas la las que preceden. Es solo confiar en el misterio de la emoción, más que en el contenido de la narración con la que el cine ya nos ha emborrachado a su antojo. La música habla de todo sin nombrar nada.”

 

Quizás todavía el Sr. Poda no entendió que la opera es teatro y en él, la narrativa, el texto, la acción y la coherencia teatral son muy significativas e imprescindibles y además, pretende que alguien deje de ser sí mismo para entregarse a sus desvaríos.

 

En cuanto a la parte musical, a Fausto en definitiva, la función fue apenas correcta. El tenor protagonista, Liparir Avertisyan es muy seguro en la zona aguda, tiene buena línea de canto, pero no emociona. El bajo Aleksei Tikhomirov posee un buen material vocal pero es muy anodino en su interpretación. La soprano Anita Harrig, fue lo mejor del elenco; bella voz y compenetrada en el personaje. El barítono Vinicius Atique es un cantante muy elemental que no aportó absolutamente nada a su rol de Valentin. Apenas correcta la actuación de Florencia Machado como Siebel. Andriana Mastrángelo mostró su acostumbrado profesionalismo en el rol de Marta.

 

La dirección del Mtro Latham – Koenig acompañó la obra sin mayor lucimiento.

 

El valiente Coro Estable del Teatro Colon, demostró una vez más, que puede sobreponerse con calidad a cualquier circunstancia y capricho escénico.

 

Cabe mencionar aquí, que los resultados pudieron haber sido mejores si la escenografía no hubiera sido tan expuesta y tan amplia. La amalgama del sonido de las voces de los solistas y del coro fue perjudicada por este motivo.

 

Algo muy positivo en esta temporada: Los programas de mano volvieron a su tamaño normal!!!

 

Conclusión: El objetivo del Stefano Poda fue cumplido. Esta versión solo será recordada por su extravagante producción y porque los programas de mano volvieron a un tamaño razonable.

 

Roberto Falcone