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Apertura de la temporada del Teatro Colón, en La Rural

 

 

Resurrección”: preguntas sin respuestas ante una olvidable espectáculo

 

Sociedad Rural Argentina

Miércoles 08 de marzo de 2023

 

Escribe: Alejandro A. Domínguez Benavides

Fotos: Máximo Parpagnoli / Arnaldo Colombaroli/ Prensa Teatro Colón


Resurrección, espectáculo escénico de Romeo Castellucci sobre la Sinfonía Nº2, “de la resurrección”, de Gustav Mahler.

Solistas: Jaquelina Livieri (soprano), Guadalupe Barrientos (mezzosoprano), Grupo Vocal de Difusión,

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.

Dirección: Charles Dutoit.

Dirección escénica, vestuario e iluminación: Romeo Castellucci.

Calificación: Regular.


Las grandes obras musicales, en general, toman como ejes temáticos la oscuridad, el sufrimiento, la muerte. Mahler, por el contrario, en su Segunda Sinfonía es más misericordioso nos ofrece la esperanza de la Resurrección y por eso nos conmueve. Hay un reconocimiento de la finitud, del dolor y de la incertidumbre y en algunos casos del miedo de morir para siempre.

 

“La sinfonía se llama Resurrección -recordaba hace unos días el maestro Charles Dutoit a Laura Novoa - pero en la partitura no figura ese título porque no fue puesto por Mahler sino por los críticos y el público. Es una Sinfonía con coro, como la Novena Sinfonía de Beethoven y el último movimiento empieza con la palabra Die Auferstehung, que quiere decir resurrección. Es el título de un poema de Friedrich Klopstock, un gran poeta alemán del siglo XVIII XIX. Mahler tomó cuatro líneas y el resto las escribió él”.

 

La Segunda Sinfonía de Mahler se agiganta al proponernos la profunda necesidad de sentirnos inmortales, o al menos creer que los muertos están lejos de nosotros en otra parte. Esta creencia -para unos es un dogma de fe, para otros una ilusión y para los más pesimistas una amarga utopía - fue quebrada en el espectáculo que se montó en el pabellón Ocre de la Sociedad Rural Argentina en Palermo, con producción escénica a cargo de Romeo Castelucci, donde más de un centenar de muñecos fueron prolijamente apilados en un amplio e imponente escenario de piso de tierra. Los muñecos, demás está explicarlo, representaban cadáveres amarronados, descubiertos casualmente por una cándida señora que buscaba a un caballo blanco.

 

Con esta insólita representación se abrió la Temporada del Teatro Colón de Buenos Aires donde además la Embajada de Italia en Argentina y el Istituto Italiano di Cultura di Buenos Aires presentaban Divina Italia, una iniciativa que ofrecerá un panorama del legado del arte musical italiano.

 

En esta oportunidad podríamos afirmar que la figura rutilante fue Romeo Castelucci y la música maravillosa de Mahler quedó relegada a un segundo plano, casi como música incidental.

 

Una pena. Mahler dirigió esta obra en Dresden, en 1901 y en el programa de mano explicó el sentido de su creación: “era la historia de alguien – explica Dutoit - que murió y cada movimiento representaba partes de su vida. Creo que Mahler pensó una especie de souvenir de lo que era la persona”.

 

Coincidimos con el maestro que una obra puede ejecutarse sin conocer las fuentes que la inspiraron. “La música es tan drámatica -afirma Dutoit- que te toma por completo, por eso supongo que Mahler descartó estas explicaciones porque la música es suficiente”.

 

La música es suficiente (las negritas son nuestras)subrayó el maestro Dutoit uno de los más grandes directores del mundo, premiado en 2017 con la medalla de oro de la Royal Philarmonic Society siendo el 103° galardonado desde la fundación de la medalla en 1870 en celebración del centenario del nacimiento de Beethoven- y, en 2022, recibió el galardón “Una vita nella música del Teatro La Fenice de Venecia que comparte con Leonard Bernstein, Arthur Rubinstein, Zubin Mehta entre muchos otros.

 

Si la música era suficiente ¿por qué nos privaron de concentrarnos exclusivamente en ella y nos atosigaron con un espectáculo carente de originalidad, preso de un realismo amarillista?

 

Si la música era suficiente ¿por qué no pudimos ver al celebérrimo maestro dirigir desde el podio? ¿por qué no pudimos ver a las cantantes Jaquelina Livieri y Guadalupe Barrientos en el escenario como corresponde en un espectáculo de estas características?

 

¿Si la música era suficiente ¿por qué el espectáculo con el que el Teatro Colón pretendió celebrar el cuadragésimo aniversario de la instauración democrática no se hizo en el Gran Teatro?

 

Si la música era suficiente ¿por qué no canto el Coro Estable, uno de nuestros mayores orgullos dentro del orbe musical en estos momentos y actuó el Grupo Vocal de Difusión dirigido por Mariano Moruja?

 

Nos quedan muchas preguntas sin respuestas ante esta gran decepción, tan grande como el prestigio del celebérrimo maestro Charles Dutoit al que le preguntamos desde aquí, si la música de Mahler era suficiente, como afirmó en la entrevista, ¿por qué acepto confinarlo y confinarse junto a la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, las estupendas cantantes solistas y el coro a un pozo improvisado en un ámbito con olor a bosta y alfalfa reservado para premiar toros, vacas, gallinas, loros y caballos?

 

El amplio escenario de tierra fue patrimonio de la vanidad de un regisseur, un caballo blanco y un grupo de ignotos actores y figurantes.

 

Algún día exhumarán los motivos de este olvidable espectáculo y saldrán a la luz como los cadáveres de Castellucci, los verdaderos motivos de esta agraviante y desacertada puesta.

 

 

Dutoit

 

 

Resurreccion