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Recital de Elena Maximova (Mezzo soprano)

 

Teatro Colon

Martes 9 de noviembre de 2021

 

Escribe: Roberto Falcone

Fotos: Teatro Colón

 

Elena Maximova (Mezzo soprano)
Alexandra Golubitskaia (piano)


 


No es frecuente concurrir a un recital de canto, donde poco o casi nada, conocemos sobre el artista que se presenta. Y esto es así, al punto de pensar, en el momento en que el Colon anunciaba la presentación de Elena Maximova, se trataba de una bailarina. Menos frecuente aún es encontrarse con una artista consumada y salir del teatro plenamente satisfechos por lo que acabamos de escuchar.


En efecto, la mezzo soprano Elena Maximova es una gran artista y ha ofrecido anoche un recital memorable. Memorable, no solo por la calidad de la intérprete, sino por el poco transitado programa de canciones de autores rusos que incluyó el recital; Rubinstein, Arenski, Rimsky Korsakov, Tchaikowsky, Shostakovich, Rachmaninov y Shchedrin.


Sin tomar en cuenta como unidad,  los ciclos de canciones de Tchaikowsky (Seis canciones francesas dedicadas a Désirée Artôt de Padilla op. 65) y de Shostakovich (Canciones Españolas, op. 100), Maximova cantó un generoso recital con un total de 31 canciones incluyendo los 2 bises.


Elena Maximova, posee una bellísima voz de mezzo soprano, extensa en el registro, y con una técnica vocal tan consolidada que le permite todo tipo de matices y colores, que van desde delicados pianissimos a agudos amplios y potentes, puestos todos al servicio de la interpretación de la obra que está ejecutando. Su expresión corporal, acompaña a las intenciones de su canto con sobriedad y fineza.


La artista se encontraba muy cómoda en este repertorio, que por los resultados puede comprobarse lo bien trabajado y estudiado que ha sido.


Difícil es elegir un punto culminante del concierto, pues en todo lo que cantó estuvo estupenda, pero la Canción y cancioncillas de Bárbara, De la ópera “No solo amor” de Rodion Shchedrin, le permitieron a Maximova entregar todo su potencial interpretativo en una obra verdaderamente difícil.


Poco a poco, el público presente en la sala, fue tomando conciencia, a medida que el concierto transcurría, de la gran calidad de la intérprete que estaba escuchando y la función culminó con una gran ovación después de su bis de la “Seguidilla” de Carmen de Bizet, donde Maximova, ya confiada y relajada por el éxito obtenido, se quitó los zapatos y bailó la pieza con buen gusto.


Mención especial para el auditorio presente, que aplaude donde no debe, cortando la concentración del cantante en los ciclos de canciones, impidiéndole la unidad interpretativa del conjunto de canciones. Y no solo eso, peor aún cuando esos aplausos son dubitativos y llegan al extremo de hacerlos antes de terminar la obra. Seguramente es la falta de conciertos de este tipo de repertorio, que no se ven en el Colon desde hace tiempo, que han hecho olvidar las tradiciones a muchos de los presentes.


Muy buena acompañante resultó Alexandra Golubitskaia, quien actuó en perfecta sintonía con Maximova, apoyando la delicadeza de su canto y la emotividad de la interpretación.


Por fortuna, esta vez no hubo un “O mio babbino caro” como bis, pero no faltó su equivalente para la cuerda de mezzo, la “Seguidilla” de Carmen.


Conclusión: Un concierto, con una cantante, para no olvidar.

 

Roberto Falcone

 

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