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Elena Maximova o el arte del buen canto

 

Teatro Colon

Martes 9 de noviembre de 2021

 

Escribe: Dr. Alejandro A. Domínguez Benavides

Fotos: Teatro Colón

 

 


Elena Maximova (Soprano).
Alexandr Goloubitskaia (piano).

 


Programa:
                 PARTE I

- Sérénade: Où vas-tu, souffle d’aurore
- Déception
- Sérénade: J’aime dans le rayon - Qu’importe que l’hiver
- Les larmes
- Rondel

         PARTE II

- Прощай, Гренада! (¡Adiós, Granada!) - Звездочки (Estrellitas)
- Первая встреча (Primera cita)
- Ронда (Ronda)
- Черноокая (Ojos negros)
- Сон (Баркарола) (Sueño - Barcarola)

Давно-ль, мой друг (Tanto tiempo, amigo mío), Op. 4 No 6 de Sergei. Rachmaninov.

      Calificación: Excelente

 

 

El arte del canto prescinde de los artificios y de los golpes de efecto, como prueba contundente ofrecemos el concierto de cámara que brindó Elena Maximova el martes nueve de noviembre en el Teatro Colón.


La mezzosoprano eligió con inteligencia un repertorio de música rusa poco transitado en los escenarios líricos, por lo menos de Iberoamérica. Hago esta aclaración porque el 27 de enero de este año compartió el escenario del Liceu de Barcelona con Anna Netrebko quien también interpetó a Tchaikovsky, Rachmaniniov y  Rimski-Korsakov. Este programa se repitió el 6 de febrero on line para el  Met Stars Live que tuvimos la oportunidad de ver.


Por cierto con este antecedente cercano en la elección de muchas de las canciones emuló a Netrebko en la trilogía de autores citada y agregó a Rubinstein y Arensky, Shostakóvich y Shchedrin ofreciendo un genuino concierto de cámara donde la poesía de notables escritores como Alexander Pushkin, Tatyana Schepkina-Kupernik y Daniil Rathaus (entre muchos otros), el buen cantar y el piano se unieron para brindar un espectáculo exquisito, sutil, sobrio y trascendente.


Como podemos apreciar, Maximova no cayó en el lugar común de cantar arias famosas  y archiconocidas para su tesitura que inevitablemente nos conduce a la comparación con las grandes cantantes de la Ópera, a lo sumo podríamos compararla con su compatriota Netrebko en el citado concierto, pero ni siquiera se nos pasó por la cabeza.
Maximova fue Maximova, con una técnica vocal impecable capaz de ofrecer los más variados matices. Su voz modulada, bella de gran calidez, equilibrada en la emisión de agudos, gran fiato y muy sólida en la zona grave.


En cuanto a la interpretación no cayo en excesos dramáticos para conquistar el aplauso fácil, postergó sus energías para interpretar con convicción la Canción y cancioncillas de Bárbara , de la ópera No solo amor Rodión Shchedrin. No obstante  supo desplejar  el gracejo adecuado en las Canciones Españolas de Shostakóvich.


La pianista Alexandra Golubitskaia, solista y experta en música de cámara cumplió su rol de manera discreta, fue una acompañante sólida, aunque en algún momento del concierto la fuerza del sonido del piano puso en jaque el volumen de la voz de la cantante.


Un llamado a la solidaridad


Todo hubiese salido a la perfección, pero las interrupciones de esa fauna que ha invadido la sala de nuestro máximo teatro: los aplaudidores compulsivos, lo impidieron. Este grupo que aplaude siguiendo los dictados de sus glándulas o de su ignorancia. No lo sabemos.  No repara en la sensibilidad del resto de los concurrentes y menos en la concentración que necesitan los artistas. Muy cortésmente en dos oportunidades tanto Maximova como Golubitskaia hicieron señas para frenarlos, pero esa porción molesta del público sordo y ciego al buen gusto ni siquiera repararon en ello. Por eso desde estas líneas que seguramente no leerán hacemos un llamado a la solidaridad.


Más allá de este despliegue de mala educación, asistimos a un espectáculo de jerarquía donde el Teatro Colón volvió por sus fueros y Elena Maxinova pletórica hasta el final nos regaló la Séguidille de la ópera Carmen de Georges Bizet donde descalza y con mohínes de radiante sensualidad por unos minutos fue la gitana , que ha interpretado en numerosas ocasiones en los teatros del mundo, y que  no solo embrujó a Don José.