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“Los cuentos de Hoffmann” cierra la temporada del Colón

Versión con aciertos y desaciertos

Teatro Colón

Miércoles 3 de diciembre de 2019

Sábado 7 de diciembre de 2019

 

Escribe: Graciela Morgenstern

 

 

 

" Los Cuentos de Hoffmann", ópera con prólogo, tres actos y epílogo
Música: Jacques Offenbach Libreto: Jules Barbier.
Elenco:

- 3 de diciembre: Ramón Vargas, Sophie Koch, Rachele Gilmore, Virginia Tola, Milijana Nikolic , Rubén Amoretti, Osvaldo Peroni, Omar Carrión, Alejandro Spies, María Luisa Merino Ronda, Emiliano Bulacios, Gabriel Renaud, Ernesto Bauer, Cristian De Marco, Gabriela Ceaglio .

- 7 de diciembre: Rafael Alvarez, Paula Almerares, Oriana Favaro, María Luisa Merino Ronda, Homero Pérez Miranda, Adriana Mastrángelo, Sergio Spina, María Eugenia Coronel Bugnon, Gustavo Gibert, Sebastián Angulegui, Gabriel Centeno, Leandro Sosa, Mario De Salvo, Sergio Wamba

Coro Estable del Teatro Colón. Director: Miguel Martínez

Orquesta Estable del Teatro Colón

Coreografía: Irene Martens

Iluminación: Eli Sirlin

Règie, escenografía, vestuario y diseño multimedia: Eugenio Zanetti

Dirección musical: Enrique Arturo Diemecke

 

 

Jacques Offenbach (Colonia, 1819 – Paris, 1880) compuso una gran cantidad de operetas. Su ópera "Los cuentos de Hoffmann", de notable inspiración melódica, fue estrenada después de la muerte de su compositor, en la Opera-Comique, Paris, en 1881. Jules Barbier se basó en los relatos de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, para crear la trama argumental.


La lucha entre el bien y el mal es recurrente en la mayoría de las historias que escuchamos o leemos a lo largo de nuestras vidas, desde la maliciosa reina de "Blancanieves" hasta el malvado Iago shakespeareano. El argumento de "Los Cuentos de Hoffmann" no escapa a esa fórmula. Gira en tomo del joven poeta Hoffmann y su frustrada búsqueda del amor.


Existen varias versiones de esta obra y muchas discusiones acerca de cuál es la mejor. El Teatro Colón ofreció en esta oportunidad, la versión de Viena, en la que el cuadro de Antonia precede al de Giulietta, y hubo dos elencos alternativos.


En la función del 5 de diciembre, Ramón Vargas enfrentó el difícil rol protagónico con entrega y apasionamiento. Con legato bien hilado, resultó convincente en expresar el dramatismo de la situación de Hoffmann. Logró buenos momentos donde se requiere lirismo pero se lo notó un tanto limitado en aquellos en que debe expandir el caudal sonoro. De todos modos, fue la suya una buena actuación.


Los cuatro roles de villano fueron asumidos por el bajo Rubén Amoretti quien aportó calidad vocal, otorgando la intención precisa que cada uno de ellos requiere.


Musicalmente, Olympia es una parte en la que difícilmente una soprano de coloratura, suponiendo que tenga las notas necesarias, fracase. Pero la estadounidense Rachele Gilmore fue más allá, sorprendiendo con sus notas sobreagudas, vertidas con total seguridad, timbre cristalino en toda la extensión de su registro y buen gusto en el decir. Sin duda, lo mejor de esa función.


En el rol de Antonia, en cambio, Virginia Tola no convenció. Su voz evidencia un notable desgaste, tal vez producto de abordar con frecuencia, un repertorio no del todo adecuado para su cuerda. Los agudos resultaron tirantes y demasiado estridentes. En lo actoral, contribuyó a dar bella presencia y sensibilidad al personaje.


La mezzosoprano serbia Milijana Nikolic puso pasión en el personaje de Giulietta y, evidentemente, posee la physique du role. Pero su voz no es atractiva, el vibrato es excesivo y la afinación imprecisa.


Buena en cambio, fue la actuación de Sophie Koch en el personaje travestido de Niklausse, protector de Hoffmann durante toda la obra, su verdadera "voz de la conciencia".


Osvaldo Peroni realizó una muy buena labor como Cochenille, Andrés, Frantz y Pittichinaccio.


En tanto, el 7 de diciembre, el elenco estuvo encabezado por Rafael Alvarez en el rol protagónico, quien no llegó a cubrir las expectativas vocales. Si bien desde lo actoral realizó una buena interpretación, vocalmente, su emisión fue despareja, careció de apoyo sostenido incurriendo en notas inseguras y afinación errática.


Homero Pérez Miranda, su contraparte, encarnó los cuatro personajes malvados con buen rendimiento vocal, los matices y la intención que los mismos requieren. Su Lindorf fue tan malvado como grotesco su Coppelius; su Deppertutto, tan diabólico como amenazante su doctor Miracle.


Oriana Favaro cantó con seguridad, gracia y refinamiento. Realizó una muy buena actuación con canto de gran liviandad y agilidad vocal y desenvoltura escénica descollante.


Lo mismo puede decirse de la Giulietta de María Luisa Merino Ronda. Su voz posee la robustez y la riqueza de color que el personaje requiere, a lo que aunó excelente presencia escénica.


Su sólida técnica y musicalidad, pureza de línea y estilo, sensibilidad escénica y alto grado de profesionalismo, permitieron que Paula Almerares superara la enfermedad bronquial que la aquejaba y compusiera una Antonia de alto impacto vocal y emotivo. Aunque pasaron muchos años, es imposible olvidar su actuación junto a Alfredo Kraus en el mismo personaje, en 1993.


Adriana Mastrángelo como Niklausse, tuvo un buen desempeño, mientras que Sergio Spina dio vida a los roles de carácter con solidez vocal y buen desempeño actoral.


En ambas funciones, todos los roles de flanco estuvieron muy bien realizados, destacándose las actuaciones de Omar Carrión (Spalanzani), Alejandro Spies y Sebastián Angulegui (Crespel).


Un lugar destacado merece el Coro Estable que, bajo las órdenes de Miguel Martínez, realizó una excelente labor.

A la lectura musical de la Orquesta Estable, bajo la batuta de Enrique Arturo Diemecke, le faltó sutileza y le sobró sonoridad.


El director de escena tiene amplia libertad, que emana de la fantasía requerida para el montaje de la ópera. Eugenio Zanetti, a cargo de la nueva producción escénica, presentó una puesta muy elaborada, por momentos recargada. Todos los cuadros tuvieron energía y la idea de magia y destino estuvo presente, con una marcación dinámica. Pero hubo elementos que nada tienen que ver con la esencia de esta ópera, como los dirigibles, la quema de bosques y los fuegos artificiales. La coreografía de Irene Martens fue agradable en el cuadro de Olympia pero totalmente innecesaria en el de Giulietta. La iluminación de Eli Sirlin fue adecuada. La escenografía del mismo Zanetti, contribuyó a la idea general de atiborrar elementos, al igual que el vestuario, que no siempre fue de buen gusto.


Con sus más y sus menos, la Temporada Lírica Oficial 2019 concluyó con esta maravillosa ópera de Offenbach.


CALIFICACION: BUENA