"Orfeo ed Eurídice”
Teatro Colón
Sábado 9 de Noviembre de 2019
Escribe: Roberto Falcone
Por onceava vez desde su estreno en 1924,  sube a escena en el Colón, "Orfeo ed Euridice", de Gluck.
  En las diez presentaciones anteriores, el  rol de Orfeo  fue cubierto de la  siguiente manera; 8  vecespor mezzosopranos, Gabriela Besanzoni ( 1924 – 19298- 1930);  Maria Ranzow (1931); Rïse Stevens (1939); Fedora Barbieri (1951) – Ebe Stignani  (1953) y Margarita Zimmermann (1977). En 1966, Orfeo fue cantado por el  barítono Gabriel Bacquier, y en la última reposición,de 2009, por el  contratenor Franco Faggioli.
  La primera soprano que cantó el rol de  Euridice en el Colón, fue Maria Zamboni, quien fuera también la Liù del estreno  mundial de Turandot en la Scala. Entre el 28 y el 39, la gran soprano argentina  Isabel Marengo. En los años 1951 y 1953, nuestra querida y recordada Elena  Arizmendi. En 1966, la soprano francesa Andrea Guiot. Myrtha Garbarini y  Virginia Tola, fueron Euridice en los años 1977 y 2009, respectivamente.
  Los directores de orquesta que dirigieron  esta obra en el Colón fueron: Emil Cooper (1924); Tulio Serafin (1928): Hector  Panizza (1930 y 1951): Juan José Castro (1931); Erich Kleiber (1939). Ferruccio  Calussio (1953); Jean Fournet (1966); Julio Malaval (1977) y Arnold Östman  (2009).
  La versión ahora ofrecida por el Colon fue muy  deslucida.
  El contratenor canadiense Daniel Taylor,  fue un intérprete insuficiente del rol de Orfeo. Voz muy pequeña, de escaso  volumen, registro grave inexistente, canto monótono e inexpresivo compatible  con su apatía actoral.
  Actuación correcta de la soprano Marisu Pavón  como Euridice, que al menos puso expresividad a su canto. También correcta la  soprano canadiense Ellen Mc Ateer de buena desenvoltura escénica.
  Con algunas desprolijidades de la orquesta  en el comienzo, el director Manuel Coves hizo una lectura rutinaria y carente  de expresividad; punto de partida de esta tediosa versión.
  El bailarín y coreógrafo Carlos Trunsky,  tuvo a su cargo la puesta en escena. Trunsky convirtió una ópera en tres actos,  en un ballet moderno en tres actos. Quitó al coro de la escena para hacerlo  cantar en el foso y reemplazó su actuación por bailarines donde Gluck no lo  pide (y menos de la manera en la que lo presenta). Hasta se dio el lujo de  cambiar el final de la historia. Mientras Orfeo y Euridice cantan “Estamos alegres, siempre te agradeceremos,  dios del amor”, Euridice se va con otro!
  La escenografía a cargo de Carmen Auzmendi,  la iluminación de  Ruben Conde y el  vestuario de Jorge Lopez, fueron funcionales a la dirección escénica.
  En resumen, musicalmente deficiente y en la  escena no se vio la ópera del Gluck. Para el olvido.
  Roberto Falcone

