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LA MAS FAMOSA OPERA DE ROSSINI

 

Teatro Provincial de Salta

Viernes 30 de agosto de 2019


Escribe: José Mario Carrer


Ópera “El Barbero de Sevilla” de Gioachino Rossini (1792-1868).

Orquesta Sinfónica de Salta. Concertador y director de orquesta: Maestro Noam Zur.

Director de escena: Lizzie Waisse.

Escenografía: Lizzie Waisse y Silvina Ortiz.

Iluminación: Ernesto Bechara.

Director del coro del Instituto de Música y Danza: Luciano Garay.

Coreógrafa: Candela García Schwarcz.

Reparto: Luciano Garay (Fígaro), Rocío Arbizu (Rosina), Carlos Ullán (Conde de Almaviva), Gustavo Gibert (Don Bartolo), Mario de Salvo (Don Basilio), Yamil Montero (Fiorello), Marina Padilla García, Luciano Sato, Marcos Rivadeneira (Comprimarios), Andrés Araya, Carlos Amaya, Nayra Barea, Judith Bojarski, Agustina Ginocchio, Karen Medina y Lucero Solis Simón (Figurantes).

Escuela de Ballet y Teatro Musical de Candela García Schwarcz. Julio Menéndez (Preparador y Clave). Aito Rodríguez (Guitarra).   

Primera presentación. Se repite el domingo 1º de setiembre.

 

Con libreto de Cesare Sterbini basado en la obra de teatro de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais, el inefable Rossini compone magistralmente la música de esta ópera bufa -términos que vienen del italiano “ópera buffa”- que en contraposición a la llamada “ópera seria” trata de hechos más populares, entendibles y cotidianos que tienen directa llegada a la mente del oyente/espectador. Esta comicidad nació en Italia, concretamente en la zona napolitana como “drama giocoso” con una particularidad: Rossini se dio cuenta que la ópera seria tenía prolongados recitados y decidió con gracia, escribir más canto y por tanto más música.


A pesar que la composición, dicen, llevó no más de quince días, el argumento resumido es éste: El conde Almaviva disfrazado como el estudiante Lindoro, se enamora de Rosina, pupila del médico Bartolo. Esté quiere casarse con Rosina a la sazón encerrada en la casa del doctor. Almaviva pide ayuda a Fígaro, barbero y factótum de la ciudad para colarse en la casa de Bartolo. Don Basilio, maestro de música de Rosina, algo sospecha y habla con el doctor pero éste no cae en la conspiración. Finalmente Almaviva consigue su propósito y entra disfrazado en la casa de Bartolo. En el segundo y último acto, Fígaro consigue la presencia de un notario y ante la distracción y descuido del médico dueño de casa, Almaviva y Rosina se casan. Fin.


La escena se desarrolla en Sevilla durante el siglo XVII. La obertura tiene particularidades no comunes. Rossini era un genial compositor, pero a veces lo invadía la pereza. Este inicio de la ópera fue casi idéntico al de las óperas “Aureliano” y más tarde a la de “Isabel, Reina de Inglaterra” no obstante los pequeños cambios para la de esta noche, mantiene su intrínseca y pujante belleza predisponiendo favorablemente al oyente.


El cuadro es ocupado por el Conde Almaviva que entona una “cavatina” (canto breve sin segunda voz) referida al amanecer del feliz sol en el cielo. La serenata está dirigida a Rosina. Curiosamente por tan temprana hora, aparece el factótum de la ciudad: Fígaro, que cuenta: “fatigarse poco, divertirse mucho y en la bolsa siempre un doblón dorado”. Es la famosa “Largo il factótum della cita”, bella, asombrosamente rápida donde cuenta de su locuacidad y de su alegre vida. Excelente Luciano Garay. Luego que la muchacha hace saber que gusta del conde, sin saber de su titulo de nobleza, éste se da  conocer como Lindoro en el aria “se el mio nome”.


Este es el primer acto que contiene momentos importantes como las arias “Se il mio nome”, “Una voce poco fa” (Rosina), “La calumnia” (Don Basilio) un brillante Mario de Salvo, a través de las cuales se va desarrollando el jocoso argumento. El esfuerzo de Fígaro por hacer ingresar al conde en la casa de Don Bartolo para que Almaviva se encuentre con Rosina, lo lleva a disfrazar a aquel como un maestro de música que viene a reemplazar al verdadero maestro, Don Basilio. Una serie de hechos complicados, reúne a Don Bartolo que, como dije,  pretende casarse con su protegida, Rosina, la niña en cuestión, Don Basilio el profesor de música que no está enterado de lo que ocurre, Fígaro el que pergeñó todo el suceso y el Conde de Almaviva que finalmente consigue desposar a Rosina. Cumplido todo, Fígaro dice “Apago la linterna porque no tengo mas que hacer” y la comedia finaliza jubilosamente con gracia.


Como sucedió con otras obras de la música universal, el estreno de la ópera fue un fracaso aunque luego fue reconocida como la obra maestra del prolífico Rossini, cualidad que mantiene hasta hoy. La obra es hilarante y la melodías rossinianas tienen espontaneidad y finura. Se luce Candela García Schwarcz con sus bailarines, el Coro del IMD, afiatado. La orquesta sinfónica impecable y la batuta de Noam Zur atenta al más mínimo detalle en sus pianos, fortes, cortes, dinámica sonora acorde con lo que ocurría en el escenario. Digna de elogio la producción de Salta Lírica la Asociación local para espectáculos de jerarquía en nuestro medio.


Ullán afinado y voz sensible aunque se esperaba mayor volumen, Garay un Fígaro convincente sobre todo en su hermosa “largo il factótum…”, simpático Gibert en el papel del doctor Bartolo, de alto nivel de Salvo como Don Basilio y una espléndida Rosina por Rocío Arbizu, sobre todo en el aria de coloratura “Una voce poco fa”. Bastante bien los comprimarios y buen trabajo de los figurantes.


Es todo un gran esfuerzo y una mucho mas que aceptable mirada artística a una difícil puesta. Régie cuidadosa, y una eficaz marcación de escena, fueron con el resto una traducción respetuosa del libreto y la tradición. Que hay detalles a mejorar, claro que si pero no puede ser de otro modo en un teatro que desde la infraestructura no tiene preparación operística. Aquí es oportuno reiterar un detalle que alguna vez deberá ser solucionado. El amante de la ópera en general, conoce bastante y hasta en algunos casos sabe de memoria la mayoría de las arias. Pero también están los mas jóvenes o los que no tienen costumbre de asistir a este género eterno del arte musical. Para todos, pero principalmente para ellos, la lectura de la traducción al español de los textos del argumento, adquiere relevancia fundamental. Pues bien, salvo breves momentos, otra vez esos textos no pudieron leerse con comodidad desde el centro de la platea, los palcos y las butacas superiores. La causa? cuando la tira de spots ilumina el escenario, esos textos desaparecían de la vista de los espectadores arruinando el deseo de comprensión de un argumento tan alejado de las costumbres y formas de vida actuales, con lo cual se pierde, en este caso, la comicidad de la obra. Ignoro cómo se soluciona, pero imagino que algo puede hacerse. Sin la lectura de esos textos la comprensión es imposible pero sigue siendo imprescindible. No pensando en este problema, la puesta está muy cerca del éxito buscado.