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Frente a las incertidumbres político-económicas de estos días

 

 

ES NOTABLE LA ACTIVIDAD LÍRICA EN BUENOS AIRES

Viernes 31 de Mayo de 2019

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

En la década del 70’, y aún antes, Karlheinz Stockhausen y otros iconoclastas habían vaticinado la muerte lenta de la ópera. Sin embargo, la predicción no fue para nada acertada.


Porque al cabo del medio siglo transcurrido desde entonces, con jóvenes y viejos públicos, nuevas composiciones, generaciones de cantantes que brotan por los cuatro costados y tantas empresas entusiastas por montar un espectáculo, el género lírico no sólo mantiene plena vitalidad, sino que hasta podría decirse que avanza y se difunde cada vez más. El fenómeno se explica, porque como es sabido, como recipiente de tantas disciplinas sumadas, la ópera es desde ya la más completa de las expresiones artísticas.

 

Movimiento ejemplar.

En esta dirección, el movimiento generado en estos últimos días en nuestra ciudad y sus alrededores en materia de teatro cantado bien merece ser subrayado por su amplitud y variedad.

 

Así, el Centro de Experimentación del Teatro Colón tenía previsto ofrecer el miércoles el “dramma giocoso” en tres actos “La Finta Giardiniera”, de Mozart, con dirección de Marcelo Ayub, supervisión escénica de Pablo Maritano, el Ensamble Instrumental de la Carrera de Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte de ese teatro y un reparto encabezado por Lautaro Chaparro y Laura Ávila, con activa participación, además de las alumnas de la carrera de dirección escénica de ópera de la misma institución.

 

Para el mismo día, estaba anunciada en el teatro Astral “El Barbero de Sevilla”, de Rossini. Con el Coral y la Orquesta del Ensamble Lírico Orquestal, compañía de largo trayecto en nuestro medio, la “régie” había sido confiada a Gonzalo Berdes y la concertación a Gustavo Codina. En el tinglado se alineaba un conjunto de distinguidos cantantes: Enrique Gibert Mella, Lidice Robinson, Patricio Oliveira, Mirko Tomas y Felipe Cudina (por el paro general la función debió postergarse para el 5 de Junio).

 

El jueves 30 se dio “La Traviata”, de Verdi, en el Avenida, dentro del abono de Juventus Lyrica. Con Antonio Russo en el podio, puesta de Ana D’Anna, y la orquesta de la entidad, los papeles principales fueron asumidos por Carolina Gómez, Sebastián Russo y Ernesto Bauer, todos con meritorio nivel según la crítica publicada por “La Prensa”.

 

Esa misma noche se presentó “Madama Butterfly”, de Puccini, en el Roma, de Avellaneda. Con el coro del Instituto Municipal y la Orquesta Sinfónica de esa ciudad, dirigidos por Exequiel Fautario, Ximena Belgrano Rawson fue la directora teatral, al tiempo que en el elenco formaron Daniela Tabernig (elegida como la mejor cantante argentina del año pasado por la Asociación de Críticos Musicales), Patricio Saxton y Florencia Machado.

 

Riqueza cultural

Aparte de otras funciones de “Butterfly” y “Traviata”, “Norma”, de Bellini se ejecutó el viernes en el Teatro Luz y Fuerza (Perú 823), con el Coro Estable y la Orquesta Clásica del Sur, conducción de César Tello, producción de Juan Carlos Montamat y Rubén Torre y un nutrido grupo de solistas vocales.

 

A esto cabe añadir una nueva “Traviata”, anunciada para el sábado en “Marienheim” (Chaco y Pueyrredon, Villa Ballester), organizada por Magna Lírica, con participación del Coro Victorium y el de la Escuela Popular de Ópera de la Compañía Verdi, la Orquesta Ensamble de la entidad y un reparto encabezado por el tenor Fermín Prieto, el barítono Norberto Crespi y un elemento de valía, Mariana Carnovali en la parte protagónica.

 

Todo esto en cuatro días.

 

Se trata como se lo puede apreciar de un verdadero acontecimiento, claro, patente en orden al entusiasmo que despierta el arte lírico. Pero paralelamente con ello, y yendo más allá de nuestros tropiezos económicos y nuestras incertidumbres cotidianas, permite advertir también la gran riqueza espiritual y cultural que anida en el seno de nuestra castigada sociedad.

 

Carlos Ernesto Ure