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Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019

 

Y POR FIN SE HIZO JUSTICIA

CCK - Sala Sinfónica

Miércoles 17 de Abril de 2019

 

Escribe: Donato Decina

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Rodolfo Saglimbeni (Venezuela),

Solista: Emilio Peroni (Argentina) (Piano).

Programa: Obras de Alonso-Crespo, Dvorak y Tchaickovsky. 

 

NUESTRA OPNION: MUY BUENO.

 

Un programa poco común (afortunadamente nada rutinario) es el que llevó a cabo la Sinfónica Nacional en la Sala Sinfónica del CCK, el pasado 17. Tres obras disimiles, pero con el común denominador de ser plenas de lumiosidad y llevadas adelante en muy buena forma como podrán percibir Uds. a continuación.

 

  El concierto se inició con una obra  del Compositor Tucumano Eduardo Alonso-Crespo, quien, como Uds. tienen oportunidad de leerlo en este blog tan solo unos comentarios mas atrás, llevó a cabo días pasados al frente de la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juán de Dios Filiberto”, un  concierto en el que presentó dentro del programa de ese día dos obras suyas (La “Sinfonietta” para Cuerdas y la Sinfonía Nº 5) a consideración del público. En esta oportunidad, la Sinfónica bajo la Dirección del Venezolano Rodolfo Saglimbeni (probadísimo conductor que luciera junto a la Estable del Colón en uno de los dos conciertos dedicados a la Integral de las Sinfonías de Schumann el año pasado en la Usina del Arte) presentó “El Valle de los Menhires”, marcado como Op. 10 de su producción. Es una composición que podríamos definir como una Sinfonía o Poema Sinfónico en tres movimientos, el que describe una región situada a unos 150 Km. de San Miguel de Tucumán. Con muy buen criterio Saglimbeni convocó al Compositor al Escenario para que sea el quien comente su obra. Y entonces Alonso-Crespo agregó a lo que acabo de expresar que cada movimiento significa: una descripción de la noche, el transito a la mañana y el pleno amanecer y el regreso por un sinuoso camino que une esa región con el enlace a zonas pobladas. Al igual que las otras dos obras escuchadas la semana anterior junto a la Filiberto, la característica fundamental de las Composicioenes de este notable creador Tucumano es la tonalidad, seguida esta por un melodismo muy pegadizo y llevadero. Podría considerar a Alonso-Crespo como enrolado en la misma corriente en la cual transita Esteban Benzecry y si se puede trazar una “línea de creación“, (si es  que esta expresión me es permitida), hay en ellos una continuidad en lsus respectivas obras con las correspondientes al primer período nacionalista de Alberto Ginastera. En la música de Alonso-Crespo hay mucha energía, mucha vibración, tal vez mucha extensión de discurso, pero para poder calificar esto último de ese modo, habría que conocer ese paisaje de Ntro. Norte como primera medida para poder entonces sí establecer un juicio definitivo sobre este interesantísimo trabajo. Y mas a su favor, está el hecho de que el público la recibió con mucho agrado, al punto que debieron salir Compositor y Director tres veces a saludar y hasta los propios músicos de la Orquesta aplaudieron a Alonso-Crespo.

 

  Luego vino el gran acontecimiento de la noche y fue el que después de muchísimos años se pudo volver a escuchar el Concierto para Piano y Orquesta en Sol menor, Op. 33 de Antonin Dvorak (en mi memoria registro haberla escuchado dos veces [Concierto en el Teatro Nacional Cervantes y repetición 48 hs. después en la Iglesia Ntra. Señora dela Guardia de Bernal por la misma Sinfónica Nacional dirigida por Mario Benzecry con Graciela Reca como solista{a su vez la única ocasión que tuve de escuchar a esta formidable interprete antes de su actuación con Martha Argerich en la misma sala Sinfónica del CCK el año pasado}])  en el año 1985, es decir hace 34 años. (ignoro si en tantos años se haya hecho en Buenos Aires alguna vez mas). Y luego de haberla vuelto a escuchar, sigo sosteniendo que es una obra injustamente postergada y que sería buena su inclusión en lugar de repetir hasta el cansancio los mismos títulos de la “Literatura Pianística”.  Son pocos los Maestros de la Sinfónica Nacional que han estado en ambas ocasiones. En esta se ha hecho con la Orquesta en renovación con alguno de sus músicos ensamblándose al conjunto (a propósito de esto, el Violinísta Carlos Cossatini, delegado de la Orquesta, leyó un breve comunicado en donde se le pide al jefe de Gabinete Marcos Peña, que haga pronta asignación de la partida extra de $ 500.000.000.- asignada por el Congreso Nacional como apartado presupuestario para Cultura, ya que el segundo de los nombrados en su informe al Parlamento garantizó que se haría.), lo cierto es que Saglimeni presentó una Orquesta muy ajustada, en pleno estilo y en permanente ida y vuela con el Solista. Y a propósito de Ello, Emilio Peroni, joven interprete Argentino, tuvo una muy lucida labor con muy buena musicalidad, buen sonido, digitación perfecta y pleno conocimiento de la obra, en una versión consagratoria justamente ovacionada por el público, el que al igual que en el caso Alonso-Crespo, obligo tres veces a los interpretes a responder con los agradecimientos de rigor. Tanta efusividad obligó a Peroni a ofrecer como “Bis” una breve composición de Chopin que nuevamente fue saludada de manera vibrante por el Auditorio.

 

  La segunda parte del programa que terminó siendo bastante extenso por sobre lo habitual de las programaciones de hoy, trajo una de las mas bellas Sinfonías de Tchaickovsky integrante del primer terceto de esta forma,  que son las injustamente poco difundidas. Se trató de la Nº 2, Op. 17, “Pequeña Rusia” u hoy mejor llamada “Ucrania”, pues corresponde a este último País la descripción que el Compositor hace en su partitura. Saglimbeni hizo una muy buena lectura de la obra, pero ya sea por lo extenso del programa abordado que hubo que ensayar o por algún  detalle que se ignora, hubo un exceso en la percusión que el Conductor no pudo controlar, al punto que el sonido de esta, como también de los bronces en los ataques en “Forte” o “Forstissimo”, tapaban por completo la emisión de vientos y cuerdas, al menos desde mi posición en Fila 17 de platea. Mas allá de lo señalado anteriormente, el espíritu de este trabajo estuvo siempre presente y afortunadamente pudimos así disfrutar de una velada fuera de toda la programación rutinaria.

 

Donato Decina