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 Con “El Oro del Rhin” y Pablo Heras-Casado, en el teatro Real


COMENZÓ EN MADRID EL CICLO DE LA TETRALOGÍA WAGNERIANA

Teatro Real de Madrid

Sábado 19 de Enero de 2019

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure


Presidido por Ignacio García-Belenguer y con el catalán Joan Matabosch en la dirección artística, siempre con una actividad dinámica, el teatro Real está ofreciendo en estos días “El Oro del Rhin” a lo largo de siete funciones que se extenderán hasta el 1º de Febrero. La sala madrileña inicia de este modo la magna empresa de abordar de manera completa la Tetralogía de Richard Wagner, pero siguiendo una costumbre que se ha venido imponiendo en los últimos años debido a las enormes dificultades que ello plantea, el ciclo se desarrollará a lo largo de cuatro años. En la próxima temporada se dará “La Walkyria”. En 2021 “Sigfrido”. Y en 2022 “El Ocaso de los Dioses”.

 

Se pueden encontrar grabados en la página web del Real, de Madrid.


El Real
Ubicado sobre la plaza de Oriente, frente al Palacio Real, el teatro de la capital de España exhibe verdaderamente una curiosa historia. Obra de los arquitectos Custodio Teodoro Moreno y Antonio López Aguado, su construcción duró nada menos que treinta y dos años (en perfecta consonancia con la decadencia española del siglo XIX). Abrió finalmente sus puertas en 1850, con Isabel II, y su labor, decididamente brillante, se extendió hasta 1925, oportunidad en la que debió ser cerrado como consecuencia de las serias fallas estructurales que se iban poniendo de manifiesto en la construcción con el paso del tiempo. Utilizado sólo para conciertos, y aun esporádicamente, a contar de 1966, el recinto recién pudo retomar el género operístico el 11 de Octubre de 1997 (“La Vida Breve”, “El Sombrero de Tres Picos”, con presencia de los Reyes), luego de una década de trabajos dirigidos por Manuel González Valcárcel y Francisco Rodríguez Partearroyo. Esto es, que no funcionó como coliseo lírico por espacio de setenta y dos años, lapso durante el cual los principales eventos melodramáticos de la península ibérica se concentraron como es obvio en el Liceo, de Barcelona.


Desde su reinauguración el Real tuco como responsables artísticos a Stéphane Lissner, Luis García Navarro, el polémico Emilio Sagi (perteneciente de verdad a una “familia de artistas”), Antonio Moral y Gérard Mortier, quien venía de Salzburgo y tiñó las temporadas madrileñas con ideas ultrarenovadoras, dando primacía casi absoluta al denominado “Regietheater”, ello hasta su fallecimiento en 2014.


Elenco y difusión
Con el Banco de Bilbao Vizcaya como “sponsor” y el concurso de la orquesta titular, de la casa, ésta es la segunda oportunidad en que el Real presenta la serie wagneriana desde su reapertura (la anterior fue entre 2001 y 2004, con el vienés Peter Schneider en el podio y “régie” de Willy Decker). El concertador es ahora Pablo Heras Casado (41), músico granadino actualmente “en el candelero”, en su momento seleccionado por Barenboim para la Orquesta del Diván Oriental-Occidental, de donde pasó como asistente a la Deutsche Oper, de Berlín. Compositor, publicista, director operístico (“Rigoletto” y “Carmen” en el Met) y también sinfónico (Munich, Leipzig, Berlín, Salzburgo, Miami, Nueva York), fue muy aplaudido en la “première” de “El Oro del Rhin” el jueves pasado debido a la candente expresividad, equilibrio de planos y claridad de texturas que exhibió la orquesta. El maestro ya había conducido en el Real “El Holandés Errante” en 2017, con “mise-en-scéne” de Alex Ollé (“La Fura dels Baus”).


“La más grande obra de arte concebida por el ser humano” (así calificó Heras-Casado a “El Anillo del Nibelungo”), en el cuadro de cantantes de “Das Rheingold” se alinearon el bajo-barítono de Louisiana Greer Grimsley (Wotan, quien asumió el mismo papel el año pasado en “La Walkyria” en Bayreuth con Domingo en el foso), a quien se lo notó un poco fatigado en el último tramo, Samuel Youn (Alberich), el más destacado de todo el elenco, Alexander Tsymbaliuk y Albert Pesendorfer (Fasolt y Fafner), excelentemente caracterizados, todos junto a Sarah Connolly (Fricka), Sophie Bevan (Freia), Ronnita Miller (Erda), Isabella Gaudí, María Miró y Claudia Huckle (las tres ondinas), Raimund Nolte (Donner), Jospeh Kaiser (Loge), David Butt Philip (Froh) y el tenor vasco Mikeldi Atxalandabaso (Mime). En paralelo con estas representaciones, el Real ha programó cursos de formación, conferencias y muestras alusivas, en su propio edificio, en el Museo del Romanticismo y en el Lázaro Galdiano.


Una mirada particular
La puesta en escena, perteneciente a Robert Carsen, fue objeto de aplausos, silbidos y abucheos. Es que el iconoclasta artista canadiense convirtió a las hijas del Rhin en criaturas alucinadas, a los dioses del Walhalla en burgueses con palos de golf en vez de martillos o armas, a los gigantes en toscos proletarios y a los enanos en una suerte de tribu “lumpen” y descastada. Completaron el marco hombres vestidos de calle, un río cargado de desechos, plásticos, basura y una escenografía (Patrick Kinmoth) acorde con esa visión si se quiere ecologista, centrada el quiebre desolador de la relación ideal entre la naturaleza y el hombre. Hombre que prosigue enceguecido en el camino de su autodestrucción, alejado del amor y siempre inmerso en una suerte de “perversa pirámide de poder estratificado, dominada por la ambición desmesurada de los más fuertes, ricos y poderosos”.

 

 

Carlos Ernesto Ure