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CIERRE DE TEMPORADA PARA LA SINFONICA DE SALTA

 

Salta

Catedral Basílica de Salta

Sábado 22 de diciembre de 2018.


Escribe: José Mario Carrer

 


Solista: Magdalena Soria (soprano).

Coro de la Universidad Católica de Salta más cantantes invitados.

Orquesta Sinfónica de Salta. Director Maestro Jorge Lhez.

Música Acuática Suites nº 2 y 3 de George Friedrich Händel (1685-1759).

Magnificat de John Rutter (1945).

Concierto de Navidad y final de temporada.


Por una serie de circunstancias que comienzan con la muerte de la Reina Ana, es elegido Rey de Inglaterra e Irlanda el alemán Georg de Hannover que toma el título de Jorge I de Inglaterra. Al llegar a las islas el rey había traído consigo a su amigo el barón de Kielmansegge. A todo esto ya Händel era considerado el mejor compositor inglés no obstante ser alemán y su relación con Jorge I no era buena. El nombrado barón planificó durante un tiempo un paseo en barcaza por las aguas del Támesis y una vez tenida la aprobación del Rey, sin que éste supiera, encargó a Händel compusiera música para alegrar a los participantes del paseo. Se dispuso entonces una barcaza del Rey y su corte y otra para los cincuenta músicos que interpretarían la música compuesta al efecto. Händel escribió durante 1717 tres suites para la ocasión aun cuando algunos de sus pasajes él ya los tenía de obras anteriores. El Rey mostro su evidente agrado con la música que se interpretó no solo a la ida del paseo, sino durante y al final del mismo. Cuando supo quien era su autor, terminó el distanciamiento entre el músico y Jorge I. Obras de mero entretenimiento que intercalan varios minués de la época con los alegres bailes campesinos del lugar embellecidos no solo por sus elegantes estructuras sino por el uso de vigorosos metales que al aire libre daban un toque de felicidad a los nobles paseantes. Hace unos pocos años la orquesta tocó la Suite nº 1 y en esta ocasión se eligieron los temas más significativos de las Suites nº 2 y 3 de singular atractivo para el oyente.


Sorpresivamente el repertorio recordó una obra que la orquesta la hiciera para el día de la música en el 2012. Repitiendo la historia relatada en aquella oportunidad debo decir que el Magnificat es uno de los tres cánticos del Nuevo Testamento, dicha en el Evangelio de Lucas 1 (46-55) que cuenta la visita de María a su prima Isabel -a su vez grávida de Juan El Bautista- para decirle de la llegada de su amado hijo, Jesús, anunciada por el angel Gabriel por lo que será bienaventurada por la gracia del Señor. John Rutter, a la sazón de 45 años,  siguió la antigua tradición de crear música para ese texto. La composición fue encomendada por una productora de conciertos de Nueva York  para el Carnegie Hall con un coro de grandes proporciones y soprano solista. La obra es sencillamente hermosa y parte de la idea en la que la humildad de María en su papel de esclava del Señor agradece la misericordia que Éste derrama sobre ella. Además Rutter incluye un antiguo y anónimo poema inglés “De una rosa a una rosa preciosa” que enaltece la figura de la Madre de Cristo. El compositor británico escribe una obra vivaz y con gran destreza pone en determinados lugares la sencillez y dulzura en una simbiosis conmovedora que llega directo al alma.


El notable dominio de reunir el poderío orquestal, la fuerza del lenguaje coral con la exquisitez de la soprano solista fueron resueltos por el maestro Lhez con elevado arte y conocimiento profundo del mensaje literal y musical. Conoce la obra como pocos en nuestra tierra y además, deja la sensación que es el intermediario entre la gracia del Altísimo y la gente. La orquesta respondió con lujosa sonoridad y una entrega instrumental que sin duda debe surgir de la fantástica conjunción corazón-cerebro con un resultado brillante y colorido, el coro de la Católica produjo una actuación inolvidable, equilibrado, sólido, afinado y preciso. Se agrega además quien se llevó las mejores palmas de una noche espléndida, la cantante Magdalena Soria, que viene del interior provincial, que comenzó con una maestra y luego en la universidad, una niña decididamente en franco ascenso, una soprano predestinada que de esos modestos inicios, hoy enaltece la localía y aparece como un angel transmitiendo la sensible hondura casi virginal del “Esurientes” para llegar luego a la potente expresión de un “Gloria” llevando al público desbordante de la Basílica al expansivo sentimiento de triunfo de la exaltación cristiana y su fé.