Menu principal

 

  

OTRA OPTICA SOBRE UN MISMO ESPECTACULO


Teatro Colón

Martes 5 de junio de 2018


Escribe: Donato Decina

Fotografias: Teatro Colón

 

 

"Aida“,de Giuseppe Verdi


Música de Giuseppe Verdi con Libreto de Antonio Ghislanzoni sobre idea de Auguste Mariette y Camille du Locle.
Elenco:

- Latonia Moore (Aída)

- Ricardo Massi (Radamés)

- María Luján Mirabelli (Amneris)

- Mark Rucker (Amonasro)

- Roberto Scandiuzzi (Ramfis)

- Lucas Devebec-Mayer (El Rey)

- Marisu Pavón (La Sacerdotisa)

- Raúl Iriarte (Mensajero).

 

Coro Estable del Teatro Colón

Orquesta Estable del Teatro Colón
Director del Coro: Miguel Martínez

Ballet Estable del Teatro Colón, Directora: Paloma Herrera.

- Bailarines Solistas: Federico Fernández – Paula Cassano
Coreografía:  Alejandro Cervera
Diseño de iluminación: Rubén Conde
Concepción escénica y diseño de escenografía: Roberto Oswald (producción año 1996)
Repositor de escenografía: Christian Prego
Director de escena repositor y diseño de vestuario: Aníbal Lápiz
Director de orquesta: Carlos Vieu

 

 

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

 

El Colón festejó sus 110 años con la reposición de su título emblemático: “Aída”. Cada vuelta del gigantesco trabajo verdiano genera enormes expectativas, no solo por lo escénico sino que también por lo musical. Siempre se espera “Opulencia Escénica” y elenco de primerísima línea. Es algo así como que en su título emblemático el Colón debe darlo con todas las de la ley. Mucho se ha hablado en el transcurso de los últimos años (en especial desde el cierre del año 2006 de la sala para el plan de restauración [del que se presume aún está inconcluso]) sobre cómo encarar este título. Se llegó a decir hace una década atrás que existía la firme intención de reabrir la sala ya restaurada con una puesta facilitada por el Teatro Real de Madrid y con la participación de la Orquesta  y Coro Estables del Teatro Alla Scala de Milán, figuras internacionales y la Batuta de Ntro. Daniel Barenboim. Una polvareda feroz se levantó en torno a estos dichos, los que conllevaban la exclusión para ese momento trascendente de los Cuerpos Estables de la Casa. Caída la primera Administración del Colón bajo el signo del actual oficialismo de la Ciudad, se siguió hablando de la puesta de Madrid (El extínto Gerard Mortier [por ese entonces titular de la sala Madrileña] había anunciado que esa puesta era facilitada al Colón) hasta que finalmente nos enteramos que la reapertura sería con “La Boheme” de Puccini (Curiosamente también presente en la actual temporada) y que Aída, al igual que el Requiem de Verdi sería hecha sí por la gente de  “La Scala”, pero ya en versión de concierto y con Barenboimen el podio, lo que hizo posible que al menos por una vez pudiéramos escuchar en vivo al malogrado Salvatore Licitra y conocer a voces de Primer y Segundo circuitos mundiales como Oksana Dyka, Ekaterina Grubanova, Kuangwul Chul y Andersej Dobber, comprobar el extraordinario nivel de los Cuerpos Estables de la Casa Milanesa y ratificar la inmensa concepción verdiana de Ntro. Compatriota y, mas aun, la confraternización entre los Cuerpos Estables de Ambos Teatros (que incluyó un comunicado de coincidencias totales entre los Delegados Gremiales Italianos y Argentinos) y un ágape servido al final del último concierto con el “Requiem” Verdiano (El que también se realizará este año en Julio) en el Backstage del Escenario, al que quien esto escribe pudo presenciar. Desde ese punto y para atrás, recordar que en el estreno de la Producción que nuevamente sube ahora a escena participó una voz de la importancia de Michael Sylvester. La anterior producción del tándem Oswald-Lápiz de 1989 con Silvia Mosca-Giuseppe Giacomimi y la Extinta Elena Obratzova, junto a valores locales, la batuta del “Patrón de la Estable” el gran Miguel Angel Veltri, y su posterior reposición al año siguiente con Adelaida Negri-Liborio Simonella-la ya por entonces muy veterana pero muy efectiva Fiorenza Cossotto y el “eterno” Nino Meneghetti (este en esas dos ocasiones) en los roles centrales, con  la Dirección de Reinaldo Censabella,  y aún mas atrás en ocasión del 75 aniversario, con la Escenografía de Oswald de la puesta de ¡1966! (recuérdese que hablo de 1983) y Dirección Escénica ahora plena de este inmenso artista, con un primer elenco compuesto por Natalia Trotskaya, Maurizio Frusoni, Janice Meyerson, Fernando Texeira y (por supuesto) Meneghetti, con la inmensa batuta del inolvidable “Tío” Franz Paul Decker (Lo llamo así ya que si Héctor Cámpora era el Tío [porque la juventud de entonces decía que era el Hermano de Perón], Decker, que conoció nada menos que a Richard Strauss en casa de su Maestro de Música bien podía también hacerse acreedor al mismo apodo) y un elenco nacional que cantó el segundo cuadro del segundo acto en la gala de honor, presidida a cinco meses del acto comicial que nos devolvió la Democracia para Siempre, por el último Presidente “de facto” el recientemente fallecido Reynaldo Bignone. Los enormes Mabel Veleris y Liborio Simonella encabezaron el elenco y “Nano” Censabella  en el podio tuvo la responsabilidad de la Dirección Musical.

 

  De mas está decir que quienes conocimos a Oswald sabemos de sus concepciones escénicas y que ya sabemos lo que vamos a ver en las mismas. Y los que no lo conocieron, tuvieron la oportunidad tanto en la Tosca de 1996, como en “Adriana Lecovereur” el año pasado de ver el trabajo realizado por su fiel y leal colaborador, Aníbal Lápiz, respetuoso de la esencia y, por supuesto, consustanciado hasta con los mínimos detalles y entonces la opulencia que el título reclama, el Vestuario de calidad suprema, la Escenografía, rescatada por Christian Prego, conteniendo todo lo que debe contener y un ajustadísimo diseño lumínico de Ruben Conde (anteriormente era el propio Oswald quien lo formulaba), muy eficaz. que permitió resaltar la belleza escénica de la propuesta. En cuanto a la marcación escénica, todos los cantantes supieron actuar, expresar y moverse con amplísima soltura sobre el escenario.


Completando lo visual, en los cuadros de ballet  se puso “toda la carne en el asador”, con magnificas coreografías de Alejandro Cervera y una pareja protagónica de Lujo con Paula Cassano y Federico Fernández encabezando el Cuerpo de Baile (Pocas veces una figura de la talla de Fernández encabezó el Ballet de una Opera).  

 

  En lo musical, Carlos Vieu al frente de la Estable le ofreció al Colón su mejor trabajo.  Tuvo matices, conexión con el palco escénico, detalles.  Rescató toda la paleta de color orquestal con la que cuenta la partitura. Estuvo a la altura del desafío y del Colón, retribuyendo así  a la confianza que el Teatro depositó en el a la hora de convocarlo para este espectáculo.  El Coro Estable se prodigó a pleno y lució magníficamente preparado por Miguel Martínez.

 

 

  Y en lo vocal, Ricardo Massi trazó un Radamés demasiado personal. La Romanza “Celeste Aída” fue expuesta con un raro fraseo, dosificando en demasía su respiración. Tanto fue su preocupación por dar el agudo final en “Vicino al Sol”,  que llegó para cortarlo de inmediato ya que no lo podía sostener. Pareció asentárse con el transcurrir de la representación, en donde actuó con corrección y al final del tercer acto se prodigó en el fiato, mirando al público como para que este vea que tiene capacidad de hacerlo. No me pareció atinada la actitud y en todo caso su Radames quedó a mitad de camino. Otro tanto le cabe a Mark Rucker en el rol de Amonasro. Fraseo muy entrecortado, timbre bastante ingrato. Mitigó con actuación sus carencias vocales. En cambio se pudo apreciar a un muy correcto Raúl Iriarte como el Mensajero,  a una espléndida Marisu Pavón como la Sacerdotisa y a un Lucas Debevec-Mayer plenamente asentado como El Rey. Y lo mejor provino de atrás hacia adelante en el orden de merito  por el inmenso Roberto Scandiuzzi que con total sabiduría, posesión de Medios Vocales y actorales y una imponente presencia escénica trazó un extraordinario Ramfis (Sumo Sacerdote). Luego una María Luján Mirabelli en la mejor actuación que yo le recuerde en el Colón:  garra, apasionamiento, recursos actorales estupendos, presencia escénica, registro vocal sólido. Se hizo cargo del rol para el elenco titular por indisposición de Nadia Krasteva desde la función del Domingo 3 y como se puede apreciar, le devolvió con creces al Teatro su designación. Y por último una formidable Latonia Moore como Aída, con voz de estupendo caudal, muy buena actuación (no hace falta medir 90-60-90 para ser Aída y la desagravio por los conceptos de mal gusto que de ella se vertieron en una página de la red social Facebook), proyección de agudos “Acerados”, estando a la altura del compromiso.

 

  En el balance final, fue un trabajo satisfactorio por el cual el Colón celebró una década mas de existencia, y mas allá del par de defecciones vocales señaladas, salimos ampliamente satisfechos del Teatro.