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COMENZÓ LA TEMPORADA SINFONICA EN NUESTRA CIUDAD

 

Teatro Provincial Salta

Jueves 1ero de marzo de 2018


Escribe: José Mario Carrer

 


Solista Asi Matathias (violín).

Orquesta Sinfónica de Salta.

Director titular Maestro Noam Zur.

Concierto para violín y orquesta en re mayor op. 35 de Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893).

Sinfonía nº 5 en do sostenido menor de Gustav Mahler (1860-1911).

Aforo 95%.

 


Con un teatro totalmente cubierto, la orquesta sinfónica local inició su temporada 2018. Este comienzo tuvo notas muy sensibles para el público asistente, a saber: 1) La presencia del Ministro de Cultura y Turismo Sr. Juan Manuel Lavallén y del Secretario de Cultura Prof. Sergio Mariano Bravo, hecho infrecuente con autoridades anteriores. 2) El retorno a la orquesta en carácter de asistente solista en la fila de segundos violines de Iva Jovanovics luego de su grave y felizmente superado accidente. 3) La emotividad que significó la despedida de Marcelo Rafael Sutti de la fila de contrabajos en su doble carácter de cofundador de la orquesta y primer guía de su fila que tuvo además la oportunidad de recitar emocionado “Introspección” uno de sus poemas de su reconocida labor de poeta. 4) La sensación que el organismo sinfónico va adquiriendo un sonido especial que de así continuar, será el sonido distintivo de la orquesta local al estilo de las grandes agrupaciones sinfónicas, gracias a la visión artística de su nuevo conductor.


El alma inmensa del ruso Tchaikovsky es capaz de reinar en todos los campos. Verdad es que su vida tuvo momentos de paz y felicidad pero también tuvo esas etapas que aparecen casi como insuperables de tormentosas que fueron. Tal vez allí radica su carencia de límites en su romanticismo de noble pureza. El héroe de la noche en este primer esquicio fue el violinista israelí Asi Matathias que asentó su arte en un adecuado marco brindado por la orquesta.  Arcadas velocísimas a cuatro cuerdas fueron el camino de arpegios de alto vuelo. Naturalidad y atrapante emoción musical son detalles de una notable versión de un concierto de enorme belleza. Esa cadenza del primer movimiento, la inocultable ternura del “andante” y la deslumbrante técnica para resolver las exigencias de un “allegro vivacissimo” fueron los medios que Matathias mostró para entregar la hermosura del sonido de su violín, un magnífico instrumento construido por el famoso lutier francés Nicolas Lupot (siglos XVIII y XIX). Orquesta y solista se asociaron para llegar a ese inconfundible sabor eslavo que culmina con una coda de arquitectura monumental. Un visitante de lujo.


La sinfonía nº 5 del austríaco Mahler tiene un significado espacial para nuestra ciudad. Es la obra con la cual se inauguró hace once años el Teatro Provincial. La poderosa obra duró exactamente lo que dura habitualmente una interpretación al estilo de la gran tradición centroeuropea. Es música pura, no programática y no obstante y atento al nombre de cada movimiento, tiene descripción. Comienza con la melancolía de una marcha fúnebre a la que siguen profundos temores, infinita ternura de un apasionado mensaje que trata de transmitir trasfondos emocionales. Partitura extensa e intensa, con sus imponentes crescendos, sus impactos brutales, sus pasajes de grandes sutilezas hasta llegar al “sherzo” con la novedad -al menos en estas tierras- de ubicar a la primera trompa en el lugar del solista en vez de tocar su parte desde la fila. Aquí se lució Elenko Tabakov justamente el guía de los cornos de la orquesta para llegar al “adagietto”, esos inolvidables doce minutos a cargo de cuerdas y arpa, demostrativo del romanticismo tardío de Mahler enriquecido con combinaciones tímbricas que en su época deben haber sorprendido al público con un lenguaje cargado de modernismo. Aclaro que casi toda la producción de este notable compositor estuvo olvidada hasta que primero Bruno Walter y luego Leonard Bernstein, a mediados del siglo XX recuperaron para los tiempos páginas que hoy están en todos los escenarios del mundo.


El director titular, el maestro Noam Zur ya había ganado el concurso haciéndose cargo de la orquesta local y presentando un magnífico concierto el 7 de diciembre del año pasado. Con la presentación de esta noche mostró al público que llenó el teatro que es un nato músico sinfónico. Manejó la orquesta de modo contenido, casi recatado con el objeto de lucir al solista visitante en el concierto de Tchaikovski. Para luego en el segundo esquicio echar a volar con sus dirigidos en la sinfonía mahleriana. Tuvo la sabiduría de destacar al nombrado Tabakov en el “scherzo”, que parecía la elegante Viena con su ritmos valseados, la trompeta de Raul Albano de elevada precisión o el canto del oboe de Emilio Lepez y una percusión irreprochable que junto al resto mostraron la solidez actual del organismo orquestal. Aparecieron los gritos desesperantes o los momentos de felicidad del autor pasando por el inocultable lirismo del nombrado “adagietto” en el cual adquieren valor el juego de las intensidades sonoras respondiendo a la expresividad de la ejecución. El final es un “rondó-allegro” que rememora temas anteriores poniendo en mi mente la idea que la última audición siempre es la mejor pues escuché esta sinfonía en diversos lugares  del mundo y lo oído se encuentra a la altura de las versiones  de orquestas mas encumbradas. Mérito del maestro que fue aplaudido de pié por un teatro colmado.