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Estreno en la Opera Garnier de Paris

 

  “Only the sound remains”
                              

Opera Garnier

Paris

Miércoles 7 de febrero de 2018


 Escribe: Néstor Echevarría   (La Prensa, 7-2-18)

 

 

 

Paris (Especial).

Ya conocíamos antecedentes de la compositora finlandesa Kaija Saariaho, nacida en Helsinki hace sesenta y cinco años y residente en Paris , donde siguió sus estudios de composición desde hace décadas. Hace un año habíamos asistido en el Metropolitan Opera House neoyorquino al estreno norteamericano de “L’amour de loin” (El amor de lejos) su primera  opera, que había tenido éxito en el Festival de Salzburgo 2000, cuando el estreno mundial, lo que fue revelando particularidades de su estilo.


De alguna manera aquel revelador trabajo la introducia en el terreno operístico con una habilidad para plasmar lenguajes sonoros espirituales, gratos al oído, con preminencia a los vocalismos  descollantes y donde música y texto juegan una simbiosis de delicados perfiles sonoros.


La segunda experiencia nos tocó en estos dias en la Opera National de Paris, en el rutilante Palais Garnier, cuando el estreno francés de una nueva producción,  cantada esta esta vez en inglés, que lleva por titulo “Only the sounds remains” (Solo permanece el sonido), con un texto preparado por Ezra Pound y Ernest Fenollosa. La obra , que dura unos noventa minutos dividida en dos partes, alude a piezas del teatro Noh japonés, con su fundamentos ancestrales.


La primera parte, Tsunemasa, es un espectro de visiones de combate, y la otra, Hagoromo alude a danzas envolventes de la leyenda del Monte Fuji. El estreno mundial fue en la Opera de Amsterdam dos años atrás en la misma producción que ha dirigido el catalán Ernest Martínez Izquierdo, con puesta de Peter Sellars y con la intervencion del contratenor Philippe Jarousky, el bajo-baritono norteamericano Davone Tines y la danzarina nacida en Brooklyn Nora Kimball-Mentzos, para la segunda parte. Dos voces y una “danseuse” en el escenario, mas vale decir en el proscenio, dado que un pintura abstracta de Julie Mehretu oficiaba  de único elemento de escena sobre la cual se proyectaban sombras del movimiento de personajes.


Junte a todo esto, en el foso, un orgánico constituido por un cuarteto vocal, otro de cuerdas, percusión, flauta y kantela (instrumento de cuerdas finlandés equivalente al koto japonés ), todo complementado por música electrónica. Dentro de este contexto,las ideas de Saariaho expresan la preocupación por la armonía en la resolución de estructuras trasparentes y dinámicas y lograr asi un identidad intrínseca y el ritmo como factor independiente.


Sujeta a sus ideales y consideraciones, la autora finlandesa vuelve a repetir como en la obra anteriormente citada un tratamiento musical envolvente y delicado, pero mucho menos  rico, persuasivo y “pregnante”,  y atado tal vez a reminiscencias de la temática que le propone esta suerte de díptico japonés. La versión de la Opera de Paris, noblemente vertida, dio lugar al saludo del breve elenco y conjunto de músicos, con la autora presente ante sostenidos aplausos.