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"Rusalka", por primera vez en el Colón


Teatro Colón
Martes 7 de Noviembre de 2017 


Escribe: Graciela Morgenstern

 

 

"Rusalka", de Antonin Dvorák

Libreto: Jaroslav Kvapil

Elenco:  Ana María Martínez , Dmitry Golovnin, Ante Jerkunica, Elisabeth Canis, Marina Silva, Oriana Favaro, Rocío Giordano, Rocío Arbizu, Sebastián Sorarrain, Cecilia Pastawski

Coro Estable del Teatro Colón - Director: Miguel Martínez

Orquesta Estable del Teatro Colón 

Escenografía: Jorge Ballina 

Vestuario: Eloise Kazan

Iluminación: Víctor Zapatero

Diseño coreográfico: Franco Codelago

Régie: Enrique Singer

Director de orquesta: Julian Kuerti

Sala: Teatro Colón

 

En un acierto de programación, el Teatro Colón incluyó "Rusalka", de Antonin Dvorak, en su Temporada Lírica, en carácter de estreno en esa sala. La obra tuvo su premiere en Praga, en 1901 pero, increíblemente, nunca había sido representada en nuestro primer coliseo.


A menudo sucede en óperas que hay una suerte de desequilibrio entre la música y el libreto. Con Rusalka esto es evidente. La historia deriva de los cuentos de ninfas del bosque y del agua, de Europa Central, quienes buscan seducir y destruir a los hombres. La historia es sobre Rusalka, que no es un nombre propio sino cómo se denomina de forma genérica a las ninfas del agua, quien desea el amor que sólo puede encontrar en los brazos de un ser humano. Por lo tanto, recurre, a pesar de las advertencias de su padre Vodnik, a la bruja Jezibaba, quien la convierte en humana a costa de perder el habla. Su amado la traiciona y de esa manera, ambos quedan condenados. Ella se transforma en una figura demoníaca que besa al Príncipe y lo mata, antes de volver, sin alma, a las profundidades del lago.


El libreto de Jaroslav Kvapil se concentra en la evocación poética de los estados emocionales de los personajes y la partitura de Dvorak funciona más como una sinfonía con canto que un drama lírico.

 

Este aspecto sinfónico tuvo una especial relevancia en la versión presentada. La interpretación de la partitura realizada por Julian Kuerti brilló con una riqueza de detalle y lirismo bien definidos, sin descuidar algunos aspectos que resaltaron el alto grado de sensibilidad contenido en la obra.


Ana María Martínez fue una buena protagonista, aunque no descollante. Si bien exhibió musicalidad y belleza tímbrica su caudal vocal no fue suficiente, resultando casi inaudible en los momentos en que la orquesta desarrollaba más sonoridad. Extrañamente, resultó más expresiva en el segundo acto, en el que transmite su dilema sin cantar. En cambio,  pareció faltarle hondura expresiva en el primero, especialmente en el momento más popular de la obra, la Canción a la Luna, “Mesicku na nebi hlubokem”, que en la función de Gran Abono pasó sin pena ni gloria. De todas maneras, con  buen control del fiato y  buen rendimiento en una tessitura aguda que por momentos, resulta incómodo abordar,  su actuación fue creciendo durante la función.


El tenor Dmitry Golovnin como el Príncipe, lució seguridad en el canto, registro parejo, buena emisión y  buen desempeño en la zona aguda, especialmente en su escena final.


Como  Jezibaba, Elizabeth Canis, con muy buen registro grave, estuvo totalmente compenetrada con el papel y realizó una muy buena caracterización.


Sin duda, quien más sobresalió en el elenco fue el bajo Ante Jerkunica, quien compuso un padre doliente y preocupado por su hija. Con voz rotunda y potente, vertió su conmovedora aria "Celý svet nedá ti" de manera notable.


Marina Silva estuvo a la altura de su personaje, aunque la Princesa Extranjera, un papel ingrato y corto, no le brinda muchas posibilidades de lucimiento.


Las voces de las tres Ninfas del Bosque, encarnadas por Oriana Favaro, Rocío Giordano y Rocío Arbizu se fundieron en escenas de gran belleza vocal. Tanto el resto de los cantantes a cargo de roles de flanco como el Coro Estable, realizaron una muy buena labor.


 En cuanto a la puesta en escena del equipo conformado por Enrique Singer (régie), Jorge Ballina,(escenografía), Eloise Kazan (vestuario) y Víctor Zapatero (iluminación), puede decirse que el resultado fue positivo desde el punto de vista estético. La producción fue creativa, con una marcación escénica bien definida, bello colorido y adecuada iluminación. Sin embargo, el posicionamiento de los cantantes, lejos de la boca de escena, fue en detrimento de la sonoridad, especialmente teniendo en cuenta que salvo algunas excepciones, no se trataba de voces caudalosas. De todos modos, el aspecto visual ayudó a resaltar la poesía musical y el misterio que la partitura sugiere.


De todas maneras, en términos generales, la representación de "Rusalka" contó con buen nivel artístico y es un hecho importante que esta, la más famosa de la óperas de Dvorak, se haya integrado al repertorio del Colón.


CALIFICACION: BUENA