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 Medio siglo, "Julio César" vuelve el martes al Colón

 

HAENDEL Y LA ÓPERA BARROCA

 

Estrenada en Febrero de 1724 en el King`s Theater, de Londres, “Giulio Cesare in Egitto” se dio luego en diversas oportunidades, hasta 1731, en esa ciudad, en Brunswick, Hamburgo y Viena, para ir desapareciendo luego de los escenarios, junto con el resto de la importante producción lírico-sinfónica de su autor (con la conocida excepción de “El Mesías”).

 

Las etapas clásico-romántica y romántica sepultaron más tarde al barroco (lo mismo le pasó a Bach), y lo que hoy nos parece habitual –escuchar las creaciones de este riquísimo período- no lo fue durante muchísimas décadas en las que permanecieron por completo ignoradas.

 

Ya en la centuria pasada, el redescubrimiento de la formidable creación de Georg Friedrich Haendel en el campo de la ópera y el oratorio tuvo su punto de partida en 1920 (con Bach, felizmente se había iniciado antes, por influencia, ente otros, de Mahler). Ello se debió fundamentalmente a Oscar Hagen y su Festival de Göttingen, donde “Julio Cesar” fue resucitada dos años después.

 

Desde ese momento, y como si se tratara de una suerte de marea incontenible, el repertorio lírico del músico de Hamburgo se fue imponiendo de manera progresiva y dominante en todo el mundo, a punto tal que Claus Spahn ha llegado a calificar al “Haendel-Opera-Boom” como un verdadero fenómeno del “posmodernismo”. 

 

Coloraturas y ritornelos

Con texto italiano de Nicola Francesco Haym, que muestra a César y Cleopatra jóvenes, durante la incursión bélica de los romanos en Egipto (48 a.C.), la pieza de Haendel, plagada de recitativos (sólo tres “accompagnati” y el resto “secos”), reiteraciones “da capo” y “ritornelli”, exhibe también como rasgos distintivos diseños melódicos y métrica precisamente estructurados y una coloratura que alcanza a todos los personajes, intensamente expresiva, difícil (a veces en legato, otras “staccati”), No faltan en ella (que concluye con final feliz) aspectos emocionales y hasta sicológicos, un “continuo” decisivo en todo su transcurso, sinfonías, por momentos dos orquestas; y en cuanto a su contexto, que Hugh Canning califica de “maravilloso”, cabe destacar entre otras hermosas páginas dos arias bien conocidas: “Va tacito e nascosto”, con intervención de corno “obbligato”, y “Da tempeste il legno infranto”, por la amplitud exuberante de sus fiorituras, intercaladas con trémolos y silencios.

 

Concebida originalmente con inclusión de “castrati” (César, Tolomeo, Nirenus, y Sextus como soprano), cuya figura principal fue Senesino, la inexistencia de semejantes voces hizo que durante buena porción del siglo XX esas partes les fueran asignadas a bajos o bajos barítonos, con trasposición de una octava (Hotter, Fischer-Dieskau, Siepi, Prey, Rossi-Lemeni). Alrededor de la década de 1970 estos papeles comenzaron a ser asumidos por cantantes femeninas (Janet Baker, Troyanos, Dupuy, Larmore), hasta que la paulatina consolidación de la cuerda de contratenor condujo a su aparición en las versiones actuales.

 

En el Colón

Aunque parezca extraño, porque “Julio César” es tal vez la más bella de las óperas de Haendel, en el teatro Colón se representó en una sola oportunidad. Fue en Septiembre de 1968 (cinco funciones), en una versión de extraordinaria calidad concertada por ese irremplazable maestro que fue Karl Richter, con “régie” de Ernst Poettgen y nada menos que  Beverly Sills y Norman Treigle (que la acababan de hacer en Nueva York), Maureen Forrester y Peter Schreier, Franz Crass, Angel Mattiello y Guillermo Gallardo en el cuadro vocal.

 

El martes, y después de tan larga ausencia, este título vital y fluido, bien distinto de la  “opera seria” italiana de la época, volverá a la sala de la calle Libertad. El vienés Martin Haselböck estará al frente de la Orquesta Estable, lo que descarta una edición “historicista”, y la puesta, que se presta obviamente a amplios desafíos como en todo melodrama del barroco, correrá por cuenta de Pablo Maritano. En el elenco habrá cuatro contratenores (una experiencia inédita para nuestro público), los argentinos Franco Fagioli y Martín Oro, el español Favio Oliver y el británico Jake Arditti, junto a quienes actuarán la joven y ascendente soprano Amanda Majeski, la mezzo uruguaya Adriana Mastrangelo y los bajos barítonos Hernán  Iturralde y Mariano Gladic. Las restantes presentaciones tendrán lugar el viernes 9, el domingo 11 y el martes 13.

 

Carlos Ernesto Ure