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“FIDELIO” en el Colòn


Teatro Colón

Viernes 20 de Mayo de 2016

 

Escribe: Graciela Morgenstern

 

 

 

 

 

Fidelio, ópera en dos actos, opus 72 b de Ludwig van Beethoven
Texto de Joseph Sonnleithner y Friedrich Treitsche
Leonora: Carla Filipic Holm
Florestán: Zoran Todorovich
Don Pizarro: Homero Pérez Miranda
Rocco: Manfred Hemm
Marcelina: Jaquelina Livieri
Don Fernando: Hernán Iturralde
Jaquino: Santiago Bürgi
Orquesta Estable del Teatro Colón
Coro Estable del Teatro Colón
Director musical: Francisco Rettig
Director del Coro: Miguel Martínez
Director de escena: Eugenio Zanetti

 

 

Como segundo título de la Temporada Lírica Oficial del Teatro Colón, se presentó “Fidelio”, única ópera compuesta por Ludwig van Beethoven. Muchos la consideran el más grande pronunciamiento democrático del genial compositor alemán. Es una historia de resistencia y liberación, que exalta la fidelidad conyugal y la libertad, el bien más preciado del hombre.

 

Esta nueva versión fue satisfactoria en algunos aspectos, sin colmar totalmente las expectativas. En la faz musical, el primer gran logro fue la meritoria actuación del Coro Estable, bajo las órdenes de Miguel Martínez. El lamento de los prisioneros, “O Himmel! Rettung!”, sonó ferviente y el último ensamble tuvo pasión y muy buen fraseo. Luego, nuestra compatriota, Carla Filipcic Holm, reemplazando a la soprano Nadja Michael casi a último momento, logró un resonante triunfo como Leonora. Su interpretación fue apasionada y musical, con frases bellamente cantadas en lo que se refiere a voz y entonación, con fuerte carga emocional. En ningún momento mostró signos de fatiga, a pesar de que el mayor peso de la obra recae sobre ella y que la tesitura requiere una soprano dramática con agudos solventes. Todo eso y una muy buena articulación del idioma alemán, hecho que no fue el común denominador de la totalidad del elenco, demostró tener nuestra joven soprano.


Si bien el rol de Florestán no es extenso, presenta muchas dificultades vocales. Zoran Todorovich tuvo suficiente soporte técnico pero las resolvió a medias debido a falta de peso vocal y sonoridad, lo que fue notorio en el dúo con Leonora. Sin embargo, asumió su aria de manera heroica, aunque le faltó lirismo.


Manfred Hemm fue un Rocco comprensivo pero con personalidad. Cantó y actuó con confiada familiaridad dramática, especialmente en “Hat man nicht auch Gold Beineben”, aunque algunas notas graves sonaron algo destimbradas. Homero Pérez Miranda resultó un Pizarro amenazador en lo físico, ya que en lo vocal, no tuvo suficiente peso.


Jaquelina Livieri resultó una Marcelina brillante e incisiva. Su voz tiene ese toque de liviandad que requiere la primera escena, “O wär ich schon mit dir vereint”. Hernán Iturralde tuvo un buen desempeño como Don Fernando. En tanto, Santiago Bürgi resultó apenas audible como Jaquino.


Francisco Rettig al frente de la Orquesta Estable realizó sólo una lectura de la partitura. Si bien no hubo desacuerdos entre escenario y foso, su versión careció de pasión y también de lirismo en los momentos en que la obra lo requiere. La vigorosa “Leonora Nº 3”, ejecutada antes del segundo acto, no figurará entre las mejores que se han escuchado.


La producción escénica estuvo casi íntegramente a cargo del multifacético Eugenio Zanetti quien realizó la régie, escenografía y vestuario. Presentó una mezcla ecléctica de elementos y ropajes en cuanto a estilo y épocas, junto a proyecciones y efectos de iluminación, hábilmente diseñada por Eli Sirlin. Con poco para destacar, si la idea de la misma fue enfocar en el aspecto universal y atemporal de los conceptos de libertad y fidelidad, no era necesario subestimar al público con obviedades, algunas rayanas en la cursilería.  Todos podemos comprender la escasa brecha entre las aspiraciones, deseos y utopías humanas, así como también los hechos brutales que nos infligimos los unos a los otros, que no son en nada diferentes ahora de lo que eran en la época de Beethoven.

 

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