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Nuova Harmonia: la Camerata Ireland en el Coliseo


MÚSICA DE BUENA CALIDAD

 

Teatro Coliseo

Miercoles 21 de Octubre de 2015

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 


Quantz: Concierto para flauta, en sol mayor, QV5:174

Mozart:

- Concierto Nº 14, para piano y orquesta, en mi bemol mayor, K 449

- Serenata Nº 6, para orquesta, en re mayor, K 239 (Serenata Nocturna")

Douglas: "Chant for Columbanus"

 

Camerata Ireland (Barry Douglas, piano y dirección).

 

Bien conocido en nuestro medio, no fue ésta la mejor función del conjunto irlandés, y en ello influyeron dos factores. Uno, la actuación de una flautista (Eimear McGeown) de sonido pequeño e incoloro, ataques, giros y afinación inciertos. Otro, la desacertada elección del repertorio, que incluyó una Serenata insustancial de Mozart, un Concierto de Quantz escrito para el rey de Prusia que superó con creces las dotes de la solista y una serie de páginas celtas melancólico-folklóricas, arregladas por Barry Douglas, más propias de las tabernas de la verde Erín que de una sala de conciertos.


Agrupación de categoría

Ello no obstante, debe decirse que la Camerata Ireland, organismo de cuerdas fundado en 1999, que se presentó el miércoles en el Coliseo en penúltima sesión de abono de Nuova Harmonia, revalidó a lo largo de este programa que no la favoreció sus reconocidas condiciones de equilibrio, encuadre estilístico y ajustados trazos dinámicos. El eco global fue bello y armonioso, la cadencia justa, la línea elegante, siempre bajo la guía del eficiente concertino Michael Darry y con la solvente concertación del maestro Douglas.


Solista de primer nivel
La traducción del Concierto Nº l4 para piano y orquesta, del autor de "La Flauta Mágica", constituyó de todos modos el momento más alto de la noche. El propio conductor volvió a mostrar aquí como tecladista su toque finísimo, impecable, técnicamente perfecto (no deslizó una sola nota falsa). Pero además de ello, construyó un discurso de singular transparencia plástica, intensamente expresivo en su estética genuinamente vienesa, preciso en sus esbeltos juegos dialécticos. Con acordes de nítido color y el concurso aplicado de la Camerata, absolutamente homogénea en todas sus voces, el bellísimo "andantino", sin ir más lejos, fue desplegado con sus exquisitas modulaciones con una limpieza intimista propia de la música en estado puro.


Calificación: bueno


Carlos Ernesto Ure