En el primer ciclo del Mozarteum
Budapest Festival Orchestra y Alexander Toradze
Teatro Colón
Viernes 26 de Junio de 2015
Escribe: Eduardo Balestena
Budapest  Festival Orchestra 
      Director: Ivan  Fischer
      Solista: Alexander Toradze
Las tres décadas de existencia y actuación de la Festival Orchestra de Budapest forman parte de la diversa e incesante actividad de su fundador y Director Musical Iván Fischer, prestigioso conductor y compositor.
    El programa fue iniciado con la Obertura Sobre temas hebreos, op. 34 de Sergei Prokofiev (1891-1953) que explora las sonoridades del clarinete en si bemol, en los  acentuados ritmos de la música klezmer,  alternando los registros bajos y altos del instrumento, que contrastan con el  segundo tema, introducido por el cello en un conjunto que, pese a lo  repetitivo, está dotado de encanto sonoro en la precisa pintura de la música  hebrea.
    Escrito entre 1911 y 1912, es decir  cuando el compositor contaba entre los 20 y 21 años de edad, el Concierto para piano y orquesta nro. 1, en  re bemol mayor, opus 10, con el cual Prokofiev se consagró en la edición de  1914 del Premio Antón Rubinstein, significó una estética nueva tanto en el  instrumento solista –de sonoridad enérgica y percusiva, en pasajes siempre  rápidos- como en su relación con una orquesta con la cual el diálogo con el  piano es diferente y cuyas armonías y recursos tímbricos ya son los propios de  la madurez compositiva del compositor. En el arranque inicial la orquesta y el  instrumento solista exponen, en el tutti de la introducción, un tema inicial  que confiere unidad a la obra. El piano introduce luego otro rápido motivo  signado en la orquesta por rápidas figuraciones de las cuerdas y luego por  intervenciones de los metales: lo que sucede a partir de allí es un escenario  musical cambiante pero a la vez marcado por la unidad: es el paisaje de  desarrollos a partir de los intervalos del motivo, pasajes más lentos y súbitos  accelerandos en el marco de una orquestación   con intervenciones tajantes, subrayando el tiempo fuerte. Es una trama  absolutamente cerrada y precisa. Valga como ejemplo de una obra de grandes  requerimientos técnicos en todo sus desarrollos.
    Con su energía, su carisma en el  escenario, su atención permanente a lo que sucede en la orquesta, Alexander  Toradze y la   Festival Orchestra la abordaron, sin ningún preámbulo, apenas  el pianista estuvo ante el instrumento, con una singular fuerza, en un tempo  que no admitía concesión alguna. Luego de la sección lenta sucede, sin solución  de continuidad, con el puente de una puntual intervención orquestal, el pasaje  del piano que abre la sección rápida del final. Si bien el arranque no tuvo la  fuerza del inicial, lo que puede señalarse del resto del pasaje en la orquesta,  el desarrollo posterior fue tan vibrante como el del comienzo. En esta intensidad  tan incisiva y cambiante, tras un fortísimo vuelve el tema del principio.
      La Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel  (1875-1937) fue la siguiente obra. Más allá del título, elegido por el sonido  de las palabras antes que por su sentido, en su recreación de esa danza pudo  plasmar parte de un universo  sonoro  propio: esos acordes en las maderas, o la trompa de la cual antes que explotar  el timbre noble y heroico habitual lo hace con la capacidad del instrumento de  crear climas dulces y sosegados.
    El Concierto  para piano y orquesta en sol mayor de Maurice Ravel es una obra  absolutamente virtuosa. A diferencia del Bolero –en que la orquestación explota  la relación tímbrica que resulta de notas superpuestas por distintos  instrumentos en intervalos en que individualmente esos sonidos no son en  general planteados-  en esta otra los  timbres son netos y discurren en la técnica del color orquestal: pasajes que  pasan, a veces vertiginosamente, de un instrumento a otro. Ello además de la  propia riqueza temática, tributaria en gran medida del jazz.
      La especial disposición adoptada:  colocar al frente sección de las maderas –oboe; corno inglés a la derecha del  solista; flautas y piccolo al frente, y los tres registros de clarinete así  como los fagotes a la izquierda, revela la naturaleza camarística  –particularmente del segundo movimiento- de esta obra mayor. 
    El propio comienzo, ese golpe percusivo  inicial, seguidos del piccolo planteando un primer elemento temático que, sobre  el fondo del piano, pasa a la orquesta, es el inicio de una relojería ajustada  e indeclinable, que siempre  conduce a algo  que sorprende, temática y tímbricamente. Elementos, como el clarinete requinto,  de gran incidencia en este paisaje sonoro, que puede ser incisivo en sí mismo,  en este contexto sonoro aporta algo siempre peculiar. El propio tema inicial  del piano, el glissando en el fagot –algo totalmente desusado- son elementos  que hablan de esa influencia jazzistica.
    En ese movimiento central tan  absolutamente bello, en que el piano lleva un tema que parece la improvisación  sobre un elemento rítmico cambiante también se plantean cuestiones originales  en el discurso, como el largo pasaje en que el corno inglés toma la melodía y  lleva a cabo un extenso solo en que es el piano el que lo secunda. Se trata de  un elemento que discurre, con singular dulzura, por todo el conjunto  camarístico de las maderas, con ese hermosísimo pasaje de la flauta, que  requiere –como en las demás maderas pero quizás en un mayor grado- un fraseo  muy sutil en sus articulaciones y colores. Una mirada al clasicismo, un  detenimiento en la propia belleza sonora, lejos del virtuosismo del resto: la  obra es eso y mucho más.
    El movimiento final –presto- es quizás  el más virtuoso, tanto en los siempre muy rápidos pasajes del piano como en el  color orquestal y el carácter compacto de la obra.
    Con su fuerza, su espontaneidad, la  naturalidad en la interpretación y la justeza, Alexander Toradze no parece  exigido nunca: todo lo hace con la misma naturalidad: los pasajes más complejos  como los más líricos. En los primeros muestra una claridad que no lo abandona  en ningún momento, y con los segundos, el lirismo de un sonido puro.
    En la segunda parte fue interpretada la Sinfonía nro. 4, en mi menor, opus 98 de Johannes  Brahms  (1833-1897). Con una  formación en la que los violines primeros fueron ubicados a la izquierda del  director, los segundos a la derecha, cellos y violas al frente, la masa de  cuerdas brindó un sonido envolvente, expansivo en una versión que significó un  enfoque diferente al habitual de la obra. Brahms, que basó su libertad estética  en la forma tanto como en la belleza de sus timbres –basta apreciar esos  acordes de flautas, clarinetes y maderas típicos de los movimientos lentos-  admite, como su admirado Bach, libertad en la interpretación.
    Esta obra cierra su ciclo sinfónico y no  cabe extenderse en su honda construcción formal, de la cual, la genial  passacaglia –del cuarto movimiento- en que   consiste el sencillo tema de ocho notas con el cual elabora 31 variaciones  es quizás el ejemplo más significativo.
    Acentos diferentes en secciones de  respuestas, con un tempo más rápido en esas respuestas le confirieron un  relieve distinto. Lo mismo el scherzo, habitualmente un lugar de transición  entre el Andante moderato del segundo  movimiento y  el Allegro del cuarto, fue dado en este relieve. Las articulaciones en  la cuerda (claras, definidas, hondas), la homogeneidad, fueron elementos que  destacaron en la conducción de Iván Fischer. Como el de Adam Fischer, su estilo  es vehemente, claro, sin desbordes, de una solidez absoluta, sin arrebatos pero  si dejar de atender ningún aspecto de obras que la orquesta ya de por sí  conoce. Un gran director, un gran solista y una gran orquesta para obras que  representan  puntos de los más altos de  diferentes estéticas. 
      Destacaron especialmente  Ákos Ács (clarinete); Phillipe Tondre; Sascha  Calin y Jeremy Sassano (oboes y corno inglés); Gabriella Pivon; Anett Jóföldi y  Bernardette Nagy (flautas y piccolo); Zoltán Szóke (corno).   
    
 
      
    
Eduardo Balestena
      http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com
    


