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En la apertura del ciclo del Mozarteum, en el Colón

 

 

RECATADA VERSIÓN DE LA MISA EN SI MENOR

 

Teatro Colón

Lunes 13 de Abril de 2015

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

Bach: Misa en si menor, BWV 232.  

Johanna Winkel, soprano

Ann Beth Solvang, contralto

Sebastian Kohlhepp, tenor

Markus Eiche, bajo

 

Bach Collegium-Gächinger Kantorei

Bach-Akademie Stuttgart (Hans-Christoph Rademann).

 

El lunes 13, en el teatro Colón

 

Producto de una fe cristiana cuyo potente mensaje continúa derramándose a través de los siglos, las dos grandes Pasiones y la Misa en si menor, de Bach, son en definitiva frescos sinfónico-corales de envolvente magnificencia, exaltación vibrante de una religiosidad de expresión humanística muy intensa y desarrollo musical pleno de enérgica elocuencia (lo cual no tiene nada que ver, vale la pena aclararlo, con el hecho de tocar forte o piano).


A partir de estas claras premisas, va de suyo entonces que la versión de la Misa,  ejecutada el lunes en el Colón por la Bach-Akademie Stuttgart, en la inauguración de la temporada del Mozarteum Argentino, sorprendió negativamente por su sello visceralmente contenido y su rango de absoluta concentración camarística, perfiles que empequeñecieron obviamente a la que Albert Schweitzer denominó “la más grandiosa y la más vigorosa de las obras de Bach”.


Versión timorata
Estuvo en el podio Hans-Christoph Rademann, maestro que con criterio cuestionable, plasmó una edición de acentos planos y permanente recurrencia a un intimismo mal entendido, carente de tensiones dinámicas internas, desvaída, si se quiere delicada. Sin perjuicio de los deslices recurrentes de las trompetas barrocas, la debilidad del violín solista y los extravíos de la flauta (“Laudamus te” y “Domine Deus”), el conjunto, de todos modos, se desempeñó con pulcritud, pero la eliminación de los contrastes en las repeticiones, la ausencia de énfasis y claroscuros, así como también lo recoleto del fraseo desdibujaron y minimizaron la entrega de la que es, sin duda, una de las creaciones más formidables de toda la literatura religiosa.


Impecable coro
Integrado por cerca de treinta miembros, el coro germano que participó de la velada (fusión de la Gächinger Kantorei y el Bach-Collegium, de Stuttgart) puso en evidencia por su lado ajuste y belleza, seguridad y lucida transparencia en todas sus cuerdas para el despliegue de los fragmentos polifónicos.


En cuanto a los solistas vocales, ninguno de excesivo caudal (esto es, ajustados a los cartabones conceptuales de Rademann), pero todos de buen cuño estilístico, cabe apuntar que la soprano Johanna Winkel exhibió metal lírico bien redondeado y homogéneo, la contralto noruega Ann Beth Solvang mostró solvencia y aterciopelado color y el tenor Sebastian Kohlhepp se manejó con soltura y facilidad en sus esbeltas fiorituras, al tiempo que el bajo Markus Eiche acreditó timbre neto y atildada línea.

 


 Carlos Ernesto Ure