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En el Colón, en el ciclo del Mozarteum


LA FILARMÓNICA DE DRESDEN, ALTOS Y BAJOS

 

 

Teatro Colón

Lunes 1ero de Septiembre de 2014

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

Programa:

Witold Lutoslawski - Pequeña suite

Ludwig Van Beethoven - Concierto para violín en Re Mayos, Op 61

Johanes Brahms - Sinfonía No. 1 en Do Menor, Op68

 

Orquesta Filarmónica de Dresden

Director: Michael Sanderling

Solista: Carolin Widmann - violín

 

Nueva visita de la Filarmónica de Dresden, pero esta vez no fue la más afortunada. La orquesta sajona se presentó el lunes en el Colón en octava función de abono del Mozarteum Argentino, bajo la dirección de su actual titular, Michael Sanderling (sucesor de Busch, de Kleiber,  Masur, Knappertsbusch y Keilberth), pero en esta ocasión su labor no resultó particularmente interesante en el recorrido de un programa remanido (Beethoven y Brahms), que incluyó en su comienzo un trabajo por completo intrascendente del polaco Witold Lutoslawski.


Violinista dual
Carolin Widmann se desempeñó como solista en el único concierto para violín que escribió   Beethoven, y cumplió una faena que debe ser analizada bajo un doble prisma. Por un lado, la artista bávara, de sonido bastante pequeño, lució técnica perfecta: no tuvo una sola falla a lo largo de un compromiso extenuante, mostró agraciado y homogéneo deslizamiento de arco en toda la tesitura, así como también depurada afinación, legato exquisitamente esbelto y una articulación de selecta transparencia.


Sin embargo, desde otro costado, sobreactuó en la incorporación de múltiples, extensas, difíciles cadencias, que lesionaron irreparablemente la unidad expresiva de esta pieza magnífica, recargándola con ornamentaciones que desviaron el lenguaje beethoveniano de su inmaculado ascetismo y su estela poética. Esto es, que la exposición, además de ciertos rodeos netamente líricos (recordemos que se trata básicamente de una obra de matriz clásica), se deslizó más sobre los adornos que por los contenidos del que Viktoria Mullova calificó como “el más bello concierto para violín de toda la historia”.


Brahms, desvaído
El conductor berlinés, manejando con criterio ciertos empastes, había sido muy cuidadoso a fin de resguardar la audición de Carolin Widmann, y en la segunda parte de la sesión abordó el otro plato fuerte de la noche: la Primera, de Brahms.


Digamos desde ya que la agrupación germana, que no está atravesando su mejor momento, exhibió muchos ataques de sorprendente desprolijidad y pasajes de articulación excesivamente compacta (sobre todo en los “tutti”), esto sin perjuicio de la excelente performance de la oboísta Undine Röhner-Stolle y del concertino Wolfgang Hentrich. Pero además de ello, el maestro Sanderling produjo una desdibujada versión de esta composición arquetípica del sinfonismo universal, caracterizada por tiempos lentos, un vigor desmayado y acentuaciones débiles. Fue, en definitiva, una traducción “faible”, alargada en algunos pasajes casi con desubicadas búsquedas impresionistas, carente de mínimo fuego (atención: estamos hablando de una creación de exaltaciones románticas del más impetuoso academicismo).


Carlos Ernesto Ure