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“La Barroca del Suquía”, en el abono de Festivales Musicales

 

 

ARQUEOLOGÍA MUSICAL EN BELGRANO

 

Jueves 11 de Julio de 2013

Auditorio de Belgrano

 

Escribe: Carlos Ure (La Prensa)

 

Corelli: Concierto en sol menor opus 6 Nº 8,  para cuerdas  y bajo continuo,”Per la notte di Natale”  Vivaldi: “Las Cuatro Estaciones”, opus 8 Nºs. 1 al 4,  para violín, cuerdas y bajo continuo,  Motetes “Nisi Dominus”, RV 608 y “Longe mala,  umbral,  terrores”, RV 629, para contratenor, cuerdas y bajo continuo.

 Martín Oro, contratenor y La Barroca del Suquía (Manfredo Kraemer).

 

Ajuste. Convicción interpretativa. Correcta sincronización. Todo esto fue concreto. “La Barroca del Suquía”, agrupación de cuerdas formada en 2001 se presentó el jueves en el Auditorio de Belgrano, en una nueva jornada del ciclo de abono de Festivales Musicales. Ahora bien: a partir de su adscripción a la denominada “escuela historicista”, la labor del conjunto cordobés resultó virtualmente un ensayo de arqueología musical (¿estudio de organología?), interesante para quienes apuntan a la exhumación de las sonoridades clásicas de aquellas épocas en las que no había luz eléctrica, ni gas ni aguas corrientes. Ecos inarmoniosos, desde luego discordantes para el oído contemporáneo, al que pueden llegar incluso a molestar por sus latas imprecisiones tonales y sus chirriantes rispideces y notas chatas.  


Vivaldi
La sesión se inició con el “Concerto per la Notte di Natale”, de Arcangelo Corelli, en el que al margen del excesivo volumen del órgano, quedaron sentadas sustantivamente las características que mantendría a lo largo de la noche.  Desafinaciones notorias a las que no pudo escapar ni siquiera el guía Manfredo Kraemer, un discurso cuya rigidez (provocada por la cuerda de tripa) imposibilita la articulación individual y global y la elaboración de matices, y una resonancia en definitiva descubierta, desabrida, despojada de colores, plasmaron desde luego una velada extraña y áspera, de simple (y tal vez meritoria) proyección en el terreno evocativo y de la investigación musical.


La parte vocal
“Estos instrumentos de las vitrinas de los museos”, dice Paul Henry Lang en referencia a los de los tiempos del barroco y sus réplicas, “están separados de nosotros por un mundo entero que es más efectivo que el vidrio de las vitrinas”.


En el segmento vocal del concierto (dos motetes de Vivaldi, cuyas “Cuatro Estaciones” fueron curiosamente independizadas para la primera y segunda parte), el contratenor Martín Oro, se lo debe decir, lució “voz de cabeza” firme, de buen caudal, y una coloratura de limpio esmalte.


                                                                                         Carlos Ernesto Ure