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La música de la ciudad de las noches blancas en el Colón

 

Inolvidable concierto dirigió Valery Gergiev

Concierto extraordinario

 

Teatro Colón, 11 de marzo

Escribe: Andrés Hine

 


Orquesta Estable del Teatro Colón
Director: Valery  Gergiev
Solistas: Ekaterina Goncharova (soprano) y Andrei Bondarenko (barítono)
Programa: Piotr I. Chaikovski:

Polonesa de Evgeni Onegin
Aria de Iolanta, de Iolanta
Aria de Eletzki, de La Dama de Pique
Adagio de El Cascanueces
Escena final de Evgeni Onegin
Sinfonía N° 5 en Mi menor, Op. 54

 

 

 

Una grata sorpresa fue la reaparición del famoso director Valery Gergiev, al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón, en el marco del proyecto conjunto y firma del convenio entre nuestro primer coliseo y el Teatro Mariinski (ex Kirov), de San Petersburgo, del que Gergiev es director general y artístico desde 1996. El concierto fue gratuito y las entradas a localidades superiores se agotaron en poco tiempo. El programa, íntegramente dedicado a Tchaikovsky, abrió con una interpretación de la Polonesa de Evgeni Onegin, llena de brillo y energía. Aunque muy breve, el aria de Iolanta fue suficiente para revelar la  voz cristalina de la soprano Ekaterina Goncharova, de canto refinado, sin el vibrato rápido que caracteriza a la técnica eslava. Tras ella, otro joven muy promisorio, el barítono Andrei Bondarenko, mostró fibra, temperamento y una voz bien timbrada en el aria de Yeletsky de La Dama de Pique. Tras una magnífica versión del Adagio de El Cascanueces, en la que quedó expuesto el tono diáfano del fragmento, la primera parte culminó con el dúo final de Evgeni Onegin, en el que la pareja de cantantes, con entrega, histrionismo e importantes recursos vocales, brindaron un momento de insoslayable intensidad dramática.

 


Sumamente carismático, Valery Gergiev dirigió la Quinta Sinfonía, sin batuta. Sus manos no indicaron tiempos con exactitud, sino más bien sentimientos y tonalidades. Así, fue una sinfonía con brío que al mismo tiempo, dejó ver la veta nostálgica del sentimiento ruso. Tal vez no matemáticamente perfecta pero con el carácter que Chaikovski le otorgó. Los músico de la Orquesta Estable respondieron de manera altamente eficaz y lograron planos sonoros amalgamados y precisión. Algunos desajustes en las entradas se hubieran evitado con un poco más de ensayo. No hubo bises fuera de programa pero sí grandes ovaciones para esta velada que quedará grabada en la memoria del público como una de las grandes veladas del Colón.


Una vez finalizada, en el Salón de los Bustos, en presencia de Mauricio Macri y autoridades de la embajada rusa, Pedro Pablo García Caffi y Valery Gergiev firmaron un convenio que marca el inicio de un intercambio entre el Teatro Colón y el Mariinsky. Según las palabras de García Caffi, él mismo viajaría a San Petersburgo, en busca de cantantes y directores de orquesta del famoso teatro ruso. Si es así, este convenio puede ser muy prometedor.