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Admirable  Renée Fleming,  en el  Teatro Colón

 

Teatro Colón

Sábado 10 de Noviembre de 2012

Escribe: Néstor Echevarría


Debussy: “Trois ariettes oubliées”; Canteloube: Canciones de Auvergne; Korngold: “Frag’ mich oft” y lied de Marietta, de “La ciudad muerta”; R. Strauss: “Ständchen”, “Morgen” y “Zueignung”; Verdi: Canción del sauce y Ave Maria, de “Otello”; Leoncavallo: “Musette svaria sulla bocca viva” y “Mimì Pinson, la biondinetta”, de “ La Bohème ”;  Cilea: “Io son l’umile ancella”, de “Adriana Lecouvreur”. Renée Fleming, soprano y Gerald M. Moore, piano.

 

Sin duda ha sido uno de los acontecimientos recientes,  más importantes de Buenos Aires y del Colón naturalmente, el volver a contar con  la gran soprano estadounidense Renée Fleming en el Teatro Colón, reapareciendo en su sala después de 21 años de ausencia del coliseo porteño.


Efectivamente, corría 1991 cuando aparecía como la Condesa, de “Las Bodas de Figaro” de Mozart, esta notable soprano, oriunda de Indiana, Estados Unidos,donde nació en 1959. Fue una revelación entonces ,hecho que recuerdo como si fuera hoy. Causó una viva y prometedora impresión entonces, anticipatoria del crecimiento y dimensión adquirida actualmente en el mundo de la lirica.


Luego vinieron sus grandes encumbramientos, sus triunfos internacionales y sobre todo, esa asimilación y carisma con el “Met” neoyorquino,  que muchos lectores seguramente han seguido también en las transmisiones satelitales .


Por eso el público la recibió con una estruendosa ovación, en este único concierto en la sala del Colon, en el trascurso de una gira sudamericana (que comprendía también Brasil y Chile) donde su porte, su elegancia, belleza  y simpatía,  la alquimia que produce con el espectador y oyente,muestran hoy la plena madurez de tan excelsa cantante.


Conjugó con su pianista estrechamente vinculado a sus recitales, Gerald Martin Moore, un programa combinado  entre  cámara y operístico, de manera que sus intervenciones en  las “Ariettes oubliées” de Claude Debussy y las “Canciones de Auvernia” de Joseph Canteleoube, fueron calentando la voz y dando clara idea de su magisterio hoy dia.


Lo mismo al abordar  el aria de Marietta de “La ciudad muerta” de Erich Korgold, para pasar seguidamente a Richard Strauss y desembocar en Giuseppe Verdi y su magistral escena de Desdemona, en  “Otello” que se pudo apreciar y valorar en su reciente intervención en el Metropolitan Opera House,  de la ópera verdiana.


Fleming siguió con Leoncavallo en arias de su olvidada “Bohéme” esa postergada ópera que no pudo soportar el éxito de la de Puccini pero que contiene arias, sobre todo “Mimi Pinson, la biondinetta” de contagiosa línea melódica.


En tanto,  el cierre con el calabrés Francesco  Cilea (“Io son l’umile ancella “ de “Adriana Lecouvreur” marcó el delirio que siguió con algunos añadidos (propinas, como dicen los españoles), entre ellos Gershwin y una festejada versión de “O mio babbino caro”, de la pucciniana “Gianni Schicchi”
Pero mas allá de todo, su encanto y su voz siguen intactas, bien administrado su fiato, enorme su capacidad expresiva y simpatía para ponerse frente a casi tres mil personas (y muchas más en sus grandes actuaciones, como las de EEUU al aire libre , ante multitudes) y encontrar esa respuesta y evidenciar ese carisma.


Al terminar, me acerqué a saludarla al “backstage”, recordando tiempos pasados y toda esa trayectoria que hoy la liga a las grandes figuras de la lirica. A estar por las noticias recibidas,  una  repercusión y aceptación parecida recibió en sus otras escalas de esta gira sudamericana,en  San Pablo y en Santiago de Chile, en su histórico Teatro Municipal, de los cuales he recibido noticias. Vale decir que  esta notable estrella norteamericana de la lirica sedujo en igual forma a nuestros vecinos del Cono  Sur.