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Atractiva puesta con un gran trabajo en conjunto

 


Doña Francisquita

 

Teatro Argentino de La Plata

18 de Mayo de 2012
Escribe: Juan Carlos Montero (La Nación)

 

 

Autor : Amadeo Vives / Director de orquesta :Guillermo Brizzio / Director de escena: Jaime Martorell / Diseño escenográfico: Daniel Feijoo / Vestuario: Pedro Moreno / Iluminación: Horacio Pantano / Coreografía: Nuria Castejón / Director de coro: Miguel F. Martínez / Sala: Teatro Argentino de La Plata.


Nuestra opinión: muy bueno


Del inmenso repertorio del género lírico español, en lo que se considera una zarzuela grande y por lo tanto no perteneciente al mal llamado género chico, en razón de que son obras en uno o dos actos breves, Doña Francisquita es acaso la más difundida de las muchas de Amadeo Vives, nacido en Collbató (Barcelona), al pie de los montes de Montserrat, donde fue maestro de música en el convento de las religiosas de Loreto. Precisamente, un autor que se impuso con Don Lucas del Cigarral, justo en el año 1899, último del siglo XIX, pero que, ya en el XX, estrenó títulos como Euda d'Uriach , Bohemios y Maruxa , esta última de contexto gallego, y, a partir del espectáculo El húsar de la guardia , llegaría La gatita blanca , ambas en colaboración con algunos de sus muchos amigos, como por ejemplo del valenciano Vicente Lleó, quien se hizo famoso mientras ejercía el periodismo.


La versión ofrecida de Doña Francisquita en La Plata tuvo en la batuta del experimentado Guillermo Brizzio a un eficaz y atento conductor de la faz musical. Como el rendimiento de la orquesta, seguramente por la claridad de su marcación, fue justa en la rítmica y a la vez positiva para el mejor accionar del cuadro de cantantes, en especial, en cuanto a los fraseos y las entradas precisas.


Por su parte, la representación mostró un trabajo de montaje muy vistoso, con la virtud de utilizar amplios espacios, elementos diversos en movimientos bien pensados para modificar los diversos ambientes, logrando, de ese modo, cambios de escenas sin interrumpir la acción. Asimismo, hubo una demostración cabal de una muy buena dirección escénica a cargo de Jaime Martorell, de Palma de Mallorca, quien a partir de la contemplación de cada cuadro logró construir un muy buen espectáculo y todo coordinadamente con los ritmos musicales, detalle en el que seguramente ha de haber tenido injerencia las efectivas tareas de un experto como Rolando Zadra.


Claro está, que más de su contribución, todos los sectores técnicos y artísticos del teatro desarrollaron una excelente labor de preparación, en la que sumó movilidad y colorido el cuerpo de baile sobre una coreografía de Nuria Castejón, y la predisposición de los coreutas para contribuir del mejor modo posible al espectáculo, sin por ello desatender la vital faz musical que cumplieron con eficacia respondiendo a la buena labor de preparación musical de Miguel Martínez. Aquí, una vez más como está aconteciendo en el mundo, quedó claro que los coros del teatro lírico deben estar integrados por excelentes coreutas que se sumen con vital predisposición de contribuir a los postulados del teatro.


En el elenco de cantantes, la soprano Eleonora Sancho fue una protagonista ideal, por su encanto personal y por sus buenos recursos de emisión del sonido, ensamblada con picardía al Cardonna del ascendente tenor Santiago Ballerini y a la voz de muy definido color y segura emisión del tenor peruano Andrés Veramendi, que ofreció un Fernando poco menos que ideal. Del mismo modo, Mónica Sardi fue una atractiva y atrevida Aurora, personaje que por su seducción invita a una sobrecarga de ímpetu en el desplante.


Por su parte, Leonardo Estévez fue un simpático y atrevido Don Matías; Matilde Isnardi muy efectiva como Doña Francisca, ambos con mucha naturalidad. Fue positiva la contribución del barítono Sebastián Angulegui, que avanza a paso firme en su carrera, y no menos pareja y disciplinado el numeroso elenco a cargo de coloridos personajes de flanco, justamente aquellos que suman detalles que hacen a la idiosincrasia del pueblo español, los que pintó con palabras certeras el sutil Lope de Vega en La discreta enamorada . El público brindó su aplauso al numeroso elenco, bailarines, coreutas y técnicos en su conjunto..

 

 

 

Colorida y efectiva fue la propuesta escénica del régisseur Jaime Martorell.

Foto: Teatro Argentino