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Digna versión de Lucia de Lammermoor

 

 

Lucia Di Lammermoor
Gaetano Donizetti


Teatro Avenida
Viernes 26 de Agosto de 2011

Escribe: Graciela Morgenstern

 

Lucia: Laura Polverini, Ivana Zacarías (cover)
Edgardo: Nazarez Aufe (26/8 y 1/9), Leonardo Pastore (28/8 y 3/9)
Enrico Ashton: Sebastián Angulegui (28/8 y 1/9), Cristian Maldonado (28/8 y 3/9)
Raimondo: Roman Modzelewsk (26/8 y 1/9), Christian De Marco (28/8 y 3/9)
Alisa: Griselda Adano (2/9), Verónica Canaves (26 y 28/8, y 1/9)
Lord Arturo Bucklaw: Iván Maier (26/8 y 1/9), Pablo Gaeta (28/8 y 3/9)
Normanno: Iván Maier (3/9), Santiago Sirur (26 y 28/8, y 1/9)

 

Coro: Maestro Preparador Miguel Pesce
Preparacion y dirección musical: Hernan Sanchez Arteaga
Preparacion y dirección escénica: Leonor Manso

 

Promediando la temporada de Juventus Lyrica, se presentó,  en el Teatro Avenida, una digna versión de Lucia di Lammermoor, la obra magna donizettiana, uno de los bastiones del bel canto.


El elenco estuvo encabezado por Laura Polverini en el rol protagónico. La joven soprano posee un material vocal de gran belleza tímbrica. Utilizó matices adecuados y los colores de su voz a fin de lograr los efectos requeridos. Cuenta con los agudos y el temperamento para lograr que la extraña conducta de Lucía resulte creíble e hizo una interpretación apasionada del personaje. Ya desde su aria del primer acto, "Regnava nel silenzio",  la voz sonó fresca y cristalina,  con una emisión nunca forzada y las notas in altissimo de la escena de la locura, la más débil desde el punto de vista dramático, fluyeron sin tirantez. Su personificación de la desdichada Lucía, ciertamente  convenció al público que le brindó una muy merecida ovación.


Lo mismo ocurrió con el tenor Leonardo Pastore. Ya es conocido en nuestro medio como uno de los tenores más destacados, por su atractivo color vocal y por una técnica inquebrantable, que le permite realizar un excelente manejo del fiato. Con buena emisión y musicalidad, realizó una personificación apasionada de Edgardo, especialmente en su escena final, "Tu che a Dio spiegasti l‘ali". También recibió caluroso aplausos.


Enrique Ashton fue encarnado por el barítono Sebastián Angulegui quien dio una gran dosis de entrega personal al rol del hermano de Lucia. Podría haber sacado mayor provecho de las oportunidades de lucimiento vocal que la partitura le ofrece pero, es un elemento muy joven aún, poseedor de muy buen material que todavía debe desarrollar. Lo mismo ocurrió con el Raimondo de Roman Modzelewsk, quien mostró recursos limitados, especialmente en su registro grave.


Completaron el cuadro de cantantes Verónica Canave (Alisa), Iván Maier (Lord Arturo) y Santiago Sirur (Normanno), quienes realizaron un buen trabajo, los dos primeros, especialmente, en el sexteto "Chi mi frena". También, el Coro, bajo la dirección de Miguel Pesce, realizó una labor encomiable.


La Orquesta,  bajo la batuta de Hernán Sanchez Arteaga reveló algunos desajustes al principio de la obra con sonoridades excesivas, fuera del espíritu donizettiano. Pero se fue ensamblando durante el transcurso de la misma y logró una perfecta sincronización entre podio y escenario.


Leonor Manso, a cargo de la régie, optó por la moderación y realizó una producción escénica más que aceptable. Con una puesta minimalista, un escenario despojado, con pocos elementos de utilería, dejó la mayor parte de la ambientación librada a la imaginación del auditorio. El manejo de la  masa coral resultó un tanto estático, excepto por las danzas del segundo acto, que fueron rudimentarias. Gonzalo Córdova estuvo a cargo de la escenografía, que si bien fue mínima, se complementó con un muy buen diseño lumínico, también de su autoría. El vestuario estuvo a cargo de Mini Zuccheri. 


En un marco de dignidad artística, pasó Lucia di Lammermoor, una de las favoritas del público,  por el escenario del Teatro Avenida. Un espectáculo para recomendar.