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Baja calidad en La Flauta Mágica

 

 

LA FLAUTA MÁGICA

Domingo 15, en el teatro Colón

 

 

"La Flauta Mágica",”Singspiel” en dos actos K 620, con libro de Emanuel Schikaneder, y música de Wolfgang Amadeus Mozart.

Con Darío Schmunck,  Lyuba Petrova, Aline Kutan, Reinhard Hagen, Markus Werba, Laura Belli, Osvaldo Peroni, Virginia Wagner, Florencia Machado, Mónica Sardi, Fernando Radó. Fernando Chalabe, Mario De Salvo, Román Modzelewski  y Jorge Balagna. 

Escenografía de Juan Pedro de Gaspar, vestuario de Renata Schussheim, iluminación de Juan Gómez-Cornejo  y “régie” de Sergio Renán. Coro (Peter Burian) y Orquesta Estables del Teatro Colón (Frédéric Chaslin). El domingo 15, en el teatro Colón

 

 

 En medio de su andar pleno de altibajos, resultó por cierto decepcionante la nueva producción de “ La Flauta Mágica ” que el Colón ofreció el domingo, en función fuera de abono, con plateas y entrada a palcos a $ 800.

 

Por un lado, Frédéric Chaslin, maestro francés que demostró pobres condiciones, condujo sin clase y sin magia a una Orquesta Estable que cumplió uno de los cometidos más calamitosos de los últimos años, todo lo cual configuró poco menos que un “mozarticidio”.

 

Por otro, la puesta, que estuvo a cargo de Sergio Renán con la colaboración de un “team” español (Juan Pedro de Gaspar, Juan Gómez-Cornejo, Álvaro Luna), sin perjuicio de algún acierto aislado, se reveló antes que otra cosa como una traición al genial compositor de Salzburgo (artista de sello siempre tan puro), debido a su carácter insanablemente “kitsch”, abigarrado y confuso. Renata Schussheim fue a su vez la diseñadora de un vestuario no demasiado logrado (los más perjudicados fueron la Reina de la Noche , de figurín estrafalario, y Papageno, con  atuendo del altiplano).

 

Preparado por Peter Burian, el Coro de la casa se oyó asimismo desordenado, corolario de un notorio déficit de ensayos (la prueba general se debió hacer el sábado a la noche, y duró más de tres  horas y media como consecuencia de sus continuas interrupciones).

 

 Los cantantes

A partir de estas bases, desde luego precarias, ninguna de las voces que se escucharon impresionó como realmente notable.

 

Darío Schmunck (Tamino) expuso correcta línea, y la soprano canadiense Aline Kutan (Reina de la Noche ), también con caudal limitado, mostró además sobreagudos inciertos, mientras que la labor de su colega, la rusa Lyuba Petrova (Pamina), se percibió desdibujada por la permanente decoloración de su esmalte del centro hacia arriba (paradojas increíbles del Colón: cuando cantó junto a los tres Genios, los niños Tobías Campos, María Constanza Leone y Solana Figuera, su voz marcó un deslucido contraste).

 

Desde otro costado, el barítono austríaco Markus Werba (Papageno), dueño de un registro entero, pero destimbrado y sin expansión, compuso de todos modos positivamente su personaje; el bajo alemán Reinhard Hagen (Sarastro) acreditó autoridad, y en otros papeles, Laura Belli fue una graciosa Papagena y el tenor Fernando Chalabe (Primer Hombre con Armadura) se destacó por su metal penetrante y musical.  

 

Alarma

Durante el transcurso de la representación de “Die Zauberflöte” no dejó de llamar la atención lo apagado de la resonancia de los diálogos hablados, y también la debilidad de las voces provenientes de la mitad del escenario hacia atrás. La falla auditiva fue neta, y plantea desde ya un inquietante interrogante en orden a la disposición acústica del teatro con posterioridad a la realización de sus polémicas refacciones.

   

                  Carlos Ernesto Ure