MUSICA CLASICA EN ALEMANIA
Escribe: José Mario Carrer (ACMA)
    Cuando me llegó la invitación no tuve  dudas y acepté. Escuchar orquestas sinfónicas o      algún grupo de cámara o apreciar el  espectáculo que fue el Bachfest entre el 10 y el      20 de junio, me permitía estar en el que  hoy se considera el país que ocupa el primer      lugar en el mundo en materia de música  clásica. Experiencia incomparable cuyos      detalles serían incontables y no  entrarían en un artículo periodístico. Permítaseme      hacer un resumen que de alguna manera  intenta compartir con ustedes, momentos      que en el caso de los que amamos la  música culta, elaborada, seria, clásica o como    quiera denominársela, son inolvidables.
Stuttgart
      Matthias Foremny es un joven director de  orquesta alemán actualmente titular de la      orquesta de la ópera de  Mecklenburgischen. Presentó un repertorio atrayente como      director invitado de la notable  Filarmónica de Stuttgart. “Tres Piezas para Orquesta”      op. 6 del austríaco Alban Berg que dejó  temprano, en su carrera de compositor, la      tonalidad para ingresar primero en la  atonalidad y luego en el dodecafonismo. Las tres      piezas expuestas sin solución de  continuidad, sin duda suenan, aún hoy, como algo      extraño y hasta exótico. Luego el  “Concierto Fúnebre para Violín y Orquesta de      Cuerdas” del casi desconocido Karl  Amadeus Hartmann, compositor alemán del siglo      XX. Contó con la participación de la  joven violinista rusa Alina Pogostkina (27) quien mostró con rigor y suficiencia, cómo el  autor transitó el camino de Stravinsky y Bartok.      Alumna de la famosa Dorothy De Lay y de  Ruggero Ricci, lució su musicalidad junto al      estupendo grupo de cuerdas de la  orquesta. Finalmente la programática Sinfonía nº 6“Pastoral” de Ludwig Van Beethoven. Su  ejecución fue inobjetable. Es mas, hasta
      podría decir que nada tiene que envidiar  a la hecha por directores consagrados, vivos      o no. Ya sabemos que la descripción que  hace el autor de los ruidos naturales de los      bosques vieneses cuenta del sonido del  follaje, del canto de los pájaros, de una fiesta
      campesina, de la tenue lluvia que deviene  en tormenta feroz. Todo ésto estuvo en esta
    inmaculada presentación en la Liederhalle  Beethoven-Saal de Stuttgart.
      Leipzig
      Ingresar en la Iglesia de Santo Tomás de  Leipzig, el lugar donde el enorme Juan
      Sebastián Bach fuera maestro de capilla  hasta su muerte en 1750 y donde están      enterrados sus restos fue, al menos para  mi, conmovedor. La iglesia reconoce      antecedentes desde el año 1160. Tiene un  órgano bellísimo aunque desde 1966      cuenta en uno de sus laterales con un  órgano más pequeño pero de fantástico sonido.
En ese momento uno de sus ejecutantes estaba tocando la Sonata BWV 527 que forma parte del primer libro de El Clave Bien Temperado. Escrita para dos manuales y pedales en sus melodías entrelazadas exhibe una belleza estremecedora. Me tocó vivir el Bachfest con el que se homenajea el 260 aniversario de la muerte del genial compositor. Es impresionante ver toda una ciudad recordándolo. Estuve en la famosa Gewandhaus, el mítico edificio que data de 1713 y que hoy es un ícono de la ciudad con sus casi 2000 butacas, frente a la Augustplatz. Aprecié un concierto original. “Desde el alto cielo vengo” es un himno luterano que sirvió de base en una página para órgano y coro con su bello tema principal y cinco variaciones compuesta por Bach: “Vom Himmel hoch, da komm ich her” BWV 769. Sobre esa base el ruso Igor Stravinsky (en 1956) y el suizo Laurent Mettraux (en 2008 por encargo de la Gewandhaus) compusieron sendas obras para coro y orquesta. La obra de Bach fue presentada por el organista alemán nacido en 1961 Michael Schönheit en el poderoso órgano de la sala. El moderador Heiner Stolle comentó acerca del texto del himno y luego describió junto al director Ricardo Chailly el carácter y significado de ambos trabajos sinfónico-corales. Curiosamente ambos duran veintiún minutos aunque sus pentagramas son totalmente diferentes. El de Stravisnky, casi minimalista, exige más de una audición para su apreciación pero el de Mettraux es sólido y expresa religiosamente los significados de los versos luteranos. La orquesta es una maravilla en todas sus secciones. Chailly es un notable conductor y el coro de la Gewandhaus (25 voces masculinas y 25 voces femeninas) no podía ser mejor. Finalmente, en la lujosa estación ferroviaria de la ciudad y en el marco de los homenajes a Bach estuvo el Restless Rees Saxophone Quartet con arreglos de corales bachianos ofrecidos en el programa denominado “Bach im Bahnhof”.
Bamberg
      Como muchos saben, pertenezco a tres  foros de música clásica. En uno de ellos se      encuentra el violinista mexicano Raúl Teo  Arias que es guía de los segundos violines      de la Orquesta Sinfónica de Bamberg. Supo  que estaba en su ciudad y dentro de su      extensa actividad musical se las arregló  para atenderme como si fuera su amigo de      siempre. Gracias a él pude comprobar  cuanto creció la orquesta alemana. La había      conocido en la década del ochenta bajo la  conducción del ya fallecido, Horst Stein. Su      director titular es Jonathan Nott. En  esta oportunidad, bajo la batuta del director
      laureado de la Orquesta de San Francisco  (EE.UU.) Mº Herbert Blomstedt, tuve el      privilegio de oír un excelente organismo  sinfónico. Se inició el concierto con la bella      cantata nº 82 “Ich habe genug” BWV 82  escrita para la Fiesta de Purificación de María
      por el inmortal Bach. Está compuesta  para, bajo, oboe (solistas) grupo de cuerdas y 
      bajo continuo. Es una cantata sombría  desde que su texto dice “con alegría saludo a      mi muerte y luego voy a escapar de las  angustias de la tierra”. La cantata alterna
      recitativos y arias, una de las cuales es  muy parecida a Geduld de la Pasión Según
      San Mateo, que permitieron el lucimiento  de un cantante fuera de serie: Hanno Müller-Brachman, que debutara en 1998 con Daniel  Barenboim. Su labor fue de tal magnitud      que el aplauso duró mas de diez minutos y  obligó al joven bajo a salir innumerables 
      veces a saludar. Luego vino la  sinfonía de las pausas. Llamada así por sus largos      silencios, no deja de ser un monumento  sonoro la Sinfonía nº 2 en do mayor de Anton      Bruckner. Con su elaboración organística,  esos silencios sirven como para pensar
    acerca de lo que sigue y lo que se desea  expresar; como si fuera una pausa profunda.      El maestro Blomstedt se preocupó no solo  de un tempo riguroso sino en el valor de las    intensidades expresivas hasta llegar al  apoteósico final.
      También invitado por Raúl, escuché el  Bamberg Streichquartett integrado por él mismo      como primer violín, Marek Pychal segundo  violín, Lois Landsverk viola y Karlheinz      Busch violonchelo. Primero fue un  cuarteto al estilo Haydn del compositor bohemio
      Adalbert Gyrovetz (allegro, lento, rondó  -muy atractivo- y allegretto). Después el
      cuarteto op. 12 de Felix Mendelssohn,  fino, elegante, romántico para cerrar con una      danza mejicana de Emmanuel Arias, padre  de quien me había invitado. Cuarteto
      homogéneo, tocan con amor y  profesionalismo. Los cuatro integran la orquesta citada      antes y les espera una intensa labor en  el próximo Festival Schloss Seehof durante      julio y agosto.
Colonia y Frankfurt
      Jazz, coros, la maravillosa catedral de  Colonia, el espectacular movimiento de una de      las principales ciudades alemanas como es  Frankfurt y su grandiosa ópera, serán
      motivo, tal vez, de una nota futura.  Volví con la convicción que Alemania es uno de los
      motores de Europa y no solo en materia  musical.

