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 “CORO” DE LUCIANO BERIO Y LA CURIOSIDAD INTELECTUAL

Martes 14 de Abril de 2015

Escribe: Osvaldo Andreoli

 

 

Me refiero a un gusto que no sólo rechaza el final de Turandot compuesto por Berio, sino que condena en bloque sus creaciones e innovaciones. Acabo de escuchar en una polémica la denostación de “Coro”, una obra donde se explora el horizonte musical. Súbitamente los defensores a ultranza de la supuesta pureza de Turandot se revelan con un gesto antipucciniano. Ya que el maestro de Lucca admiró e incorporó lo nuevo musical, acordes inhabituales, estéticas impresionistas y, como apunta el propio Berio, alusiones dodecafónicas. Aquello que sonaba “extraño” o lejano a sus contemporáneos, supo incorporarlo bajo su propia impronta.


Hay un tipo de rechazo que se emparenta peligrosamente con posturas reactivas. Si son extremistas (que no es el caso),  la repulsa y el prejuicio desnudan un gusto anquilosado en esquemas estrechos. Luce en la oreja un vetusto y apolillado toscano del siglo XIX musical. Esa sordera  no  permitirá apreciar las exploraciones del sonido y las innovaciones avanzadas en el siglo XX. Me refiero a la música clásica contemporánea. La que incomoda y desestabiliza a un mundo “asegurado” contra todo riesgo. Pero fue el propio Puccini quien introdujo formas inciertas en su música sugerente, lo misterioso e inhabitual.


Claro que los nuevos parámetros artísticos del convulsionado siglo XX, aportan un estremecimiento distinto. Llegado con retraso al Teatro Colón,  “Coro” (1977) de Luciano Berio figura por derecho propio entre los estrenos relevantes, quizás el mejor de 2014.


Fue escrita para un particular orgánico: 40 músicos y 40 voces solistas, con cada voz emparejada con un instrumento. No se trata de un capricho. Tampoco ciertas distorsiones sonoras pueden ser calificadas de “grotescas”, sino que resultan funcionales a un mensaje musical. El acople de cada voz con un instrumento, aporta una diferente calidad de sonido, un timbre especial, y raros matices de color.


(Ya en 1960, Berio había compuesto “Circles” para Cathy Berberian, donde la cantante se desplazaba por el escenario, para indicar una mayor o menor identificación de la voz con los instrumentos. Y pasaba de un lenguaje verbal comprensible a una sintaxis dislocada, Las obras vocales surgidas de la colaboración con su esposa figuran entre las más importantes del siglo).


Y la particularidad del orgánico cobra sentido. Paleta insólita de voces e instrumentos. Gamas superpuestas. Entre los versos en distintos idiomas se repite uno de Neruda; “Venid a ver la sangre por las calles”. Las voces solistas son interrumpidas periódicamente por un estallido instrumental, una explosión imponente y eufónica. El agobio, la angustia y la destrucción se transmiten en el clamor del coro. Un glissando actúa como pasaje a la intervención del piccolo y el pianísimo de las voces. Otro violento contraste dinámico prepara un estertor vocal.


Los dos grupos nunca son tratados como bloques sólidos separados que se yuxtaponen o enfrentan unos contra otros en forma de coro-música convencional: instrumentistas y cantantes se sientan juntos, con cada voz se acopla un instrumento en particular. Se emplea tanto la voz solista como la combinación de efectos en masa.


El texto compilado por Berio, es un mosaico multilingüe extraído de las canciones populares de todo el mundo - el primero es de la tribu Sioux de América del Norte, el segundo del Perú, el tercero de la Polinesia - mientras que una línea de un poema actúa como un estribillo, como enlace del collage. Aunque hay 29 "canciones" separadas en Coro, el efecto es de una pieza continua, sostenida, con voces e instrumentos solistas emergentes que crean nuevos contextos musicales y  vuelven luego a caer en la continuidad del sonido. Las texturas evolucionan y se superponen. Es una música que está en flujo continuo, y aunque hay muy pocas citas musicales directas de las fuentes populares (Berio incluye algunas citas de sus propias obras), las técnicas de los diferentes músicas son absorbidas, constantemente coloreadas y articuladas.


Se ha valorado “Coro” como la única obra que reúne todo lo mejor en la música de Berio: su aguda sensibilidad a las posibilidades de voces e instrumentos, y cómo el texto y la música se pueden combinar de manera original e inesperada. Es convincente como sonido puro. Es imposible absorber todos sus secretos en una sola audiencia, como constata Andrew Clements (The Guardian 28-7-2005).
En cuanto a la revisión de la ópera de Puccini, transcribo unos fragmentos del suplemento de “El mundo” de España del 12-12-2001, cuyo título era "Mi final de Turandot invita a la gente a pensar más allá de la ópera".


“El compositor italiano Luciano Berio ha puesto punto y final a su revisión del tercer acto de Turandot, la inconclusa ópera de Puccini cuyo estreno mundial se llevará a cabo dentro de un mes en el XVIII Festival de Música de Canarias. Será dirigido por Riccardo Chailly a la Orquesta del Concertgebouw, en lo que puede considerarse el gran acontecimiento lírico del próximo año. El creador de Outis ha explicado a El Cultural en qué ha consistido su trabajo, cómo ha podido bucear entre los bosquejos puccinianos y de qué manera ha planteado su revisión”.


Y la entrevista terminaba así:

 “-Algunas de sus obras serán interpretadas esta temporada por las orquestas españolas, incluyendo un homenaje que será llevado a cabo el 2 de mayo por la Comunidad de Madrid. Otro español, Plácido Domingo, le ha pedido que le escriba una nueva ópera en lo que podría ser su despedida de los escenarios.
-Bueno (y ya con cierta prisa) vamos a dejarlo, si no le importa. Está previsto para 2005, por lo que ya tendremos ocasión. Demos ahora todo el protagonismo a Turandot.”

(Luciano Berio falleció antes de concretar la propuesta de Plácido Domingo)

 

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